Un año más para la fiesta popular
de la vecina localidad, cuatro días, dos clubes, una cantinita. La Plaza del
Tren, el Anfiteatro y los Museos se vistieron de festejo en Semana Santa. Más
de 15 mil personas recorrieron la feria, se divirtieron en juegos y asistieron
a espectáculos animados por 20 bandas de Bahía Blanca e Ingeniero White.
La primera fiesta
surgió con el objetivo de levantar el Teatro de White, para cumplir con el
propósito instituciones y vecinos hicieron una cazuela gigante. El Muelle
Nacional se vistió de solidaridad, sabores y olores, eran fines del año 1989,
desde ese momento fue una fiesta popular. Cada año la convocatoria regresa con
el mejor pescado: rabas, paellas, cazuelas, cornalitos se pueden probar en las
carpas de los clubes Huracán y Comercial, en la Cantinitas del Puerto o en La
Siempre Verde. Ya hace unos años que el escenario del muelle se cambió por el
Anfiteatro situado en las calles Guillermo Torres y San Martín.
¡Camarón que duerme es cazuela!
La Fiesta es Nacional y está organizada por la Sociedad de Fomento de Ingeniero
White, cuenta con el auspicio y colaboración del Instituto Cultural, la
Secretaría de Cultura de la Nación y empresas locales. La comida convoca, más
en los feriados de Semana Santa. Así que «picar algo de pescado» se
hace obligatorio. Primero se hizo obligatorio un recorrido por la feria con su
kermesse, los stands de reventa de ropa, accesorios, artesanías, una vuelta en
los juegos al estilo «ItalPark», las risas, las fotografías y los
encuentros entre la multitud que pasea lentamente, se agradecieron los días
soleados.
Con un cronograma de eventos convocantes, la primera noche cerró a todo
folklore con Suna Rocha, cantante cordobesa de larga trayectoria. Hubo baile
arriba y bajo el escenario. El viernes representó el tope de asistentes, el
Anfiteatro recibió a 15 mil personas, pogo y coros en un repertorio musical
para toda la familia con la animación de Los Auténticos Decadentes, que
desplegaron ritmos de cumbia, pop, cuarteto, candombe, bolero y ska. El sábado
fue noche de tango, Néstor Rolán puso música ciudadana en el recuerdo y en la
actualidad. «Lástima que hizo mucho frío» dejó pasar Mónica, mientras
aseguraba que el viernes fue el más asistido. «Estuvimos a full con las
bebidas y la comida en la carpa de Comercial y Huracán», encargados del
patio de comidas que preparó la cazuela gigante.
También actuaron en el escenario principal Cumbia Manija, Batucada BagunÇa,
Sandra Savoia, Presumidos, Suna Rocha, Giidance, Joaquín Jacob, Dúo Coloratura,
Evangelina Montes de Oca, Supernova Jazz Trío, Los Rebeldes, Julio Buznego,
Raul Guillomía, Los Auténticos Decadentes, La Mar en Coche, Vértigo, Musampa,
Gaby, Grupo Universitario, Néstor Rolán, Dúo Guinio, Pablo Gibelli y Víctor
Volpe, Turiitos, Itatí Rial y Kaiser Carabela. Los Pericos dieron cierre a la
fiesta popular, mientras que 10 mil personas, saltaban y cantaban las canciones
de la legendaria banda de ska y reggae.
Sabor a puerto
Y comer no fue cosa fácil, con tanta concurrencia, los menúes se aligeraban y
las colas sumaron varias cuadras. Fuera de las Cantinitas, típicas casas de
chapas coloridas sobre la calle Guillermo Torres, se olían los cornalitos, la
cazuela, las rabas, mientras salían de la ventanilla. «¿Por qué el sabor
de las rabas es distinto en las cantinitas?» preguntaron desde el
Instituto Cultural. La respuesta se remonta a la historia misma de los
habitantes de Ingeniero White. «El menú era todo lo que se servía en las
picadas de las cantinas: chupín, cornalitos fritos, langostino con cerveza,
albóndigas fritas, tuco de pescado”, recordó Cristina Leiva, cocinera. Épocas
de puerto de pescadores, «la gente comía en las fuentes que se compartía
en la mesa larga». La figura de los trabajadores del frigorífico, las
peladoras, la cocina de Rouco y María Marzocca. «Nosotras cocinábamos en
casa, yo aprendí con mi suegro, Mingo Discioscia, que traía todos los días el
pescado fresquito y cocinaba de mil maneras», agrega Graciela Discioscia,
otra de las expertas en gastronomía de las cantinitas.
La gente circulaba, se detenía, con reposeras o mantas se sentaba en el gran
parque frente al escenario, muchos otros trabajaban en los puestos y en las
cocinas, «el momento del año en el que más se trabaja es Semana Santa
durante la Fiesta Nacional del Camarón y el Langostino, tenemos la suerte de
trabajar muchísimo. La gente nos elige también. Haciendo la fiesta en el pueblo
trabaja todo White. Nos alegra mucho que sea una fiesta de todo el pueblo»,
agregó Graciela.
Los museos comunitarios tuvieron más visitantes y se multiplicaron las imágenes
pintorescas de una fiesta convocante. Bahienses y whitenses siguen eligiéndola,
por la comida y por el espectáculo de reunirse en el mes de abril, próximos y
de frente al mar y su historia, que es la de la localidad y de nuestra propia
ciudad.
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