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Rotisería y vanguardia
Categoría: Cultura

La poesía mateísta buscaba trasladar a la calle el encuentro entre la poesía y sus lectores. Así sucedió una noche en que pegando ejemplares de la revista mural CuernoPanza, dieron con la famosa esquina de Salta y 12 de Octubre, la esquina rotisería del Bar del Panza, personaje tristemente célebre. Mientras pegaban la revista salió la esposa del Panza y medio ofendida, medio riéndose dijo: “¡Ja! Cuerno panza, ¿qué problema tienen ustedes con mi marido?”.
No se sabe a ciencia cierta qué habrá entendido de las explicaciones que le dieron, pero esa noche la esposa del Panza leyó a su manera esa palabra que el padre Ubú repite en la obra de teatro que Alfred Jarry escribiera en el año 1905. El mateísmo estaba en funcionamiento.

“Nosotros empezamos sin tener muy en claro qué es lo que hacíamos, fuimos definiendo la propuesta mientras la hacíamos. Cuando empezamos con el mateísmo estábamos empezando la universidad, 18, 19 años, y la idea, básicamente, era ampliar el público lector, difundir. Se daba por sentado que la poesía era un género que no leía nadie, y entonces la idea nuestra era difundir, salir a la calle. Todo el mundo hacía libritos que se los vendía a su familia y nada más, ¿graba esto…?”. La palabra de Marcelo Díaz, uno de los iniciadores del mateísmo allá por el año 1985.
El mateísmo fue un grupo de jóvenes de la Argentina pos dictadura. Esto necesariamente nos dice mucho, es un momento de mucha ebullición en la sociedad y sobre todo en los jóvenes. La vuelta a la democracia hizo proliferar por doquier las pintadas políticas y los afiches. Las paredes, el espacio público, durante tantos años vedado, fue tomado por la gente que tenía algo para decir.
El mateismo estuvo influido y nació en este contexto. De repente tenían acceso a lecturas que habían estado guardadas durante años en sótanos, y eso los movilizaba a hacer algo, querían desterrar algunas ideas bastante gastadas sobre la poesía tales como el poeta solitario creador nocturno de versos inexpugnables, o la poesía académica tan anclada a la Gran Tradición. Ellos venían a proponer una poesía diurna, que se pintaba en las paredes y se hacía en grupo, compartiendo lecturas, talleres, murales, revistas y -obviamente- mates.

“Lo que teníamos nosotros en la cabeza era hacer un libro en la calle. Pero de a poco nos fuimos dando cuenta que la calle tiene otro ritmo, competís visualmente con otras cosas y en realidad tuvimos que sacarnos de la cabeza la idea de un libro en página impresa y aceptar que el soporte te estaba pidiendo otras cosas. La ciudad es algo vivo, aunque no te des cuenta cambia todo el tiempo, así que fuimos perfeccionando el tema de la pintada en relación a cómo nos movíamos en la calle”.

Las paredes fueron el primer soporte que eligieron, pintar poesía en las paredes y hacer de eso una bandera de movimiento poético de vanguardia y rotisería. A los murales que durante mucho tiempo le pusieron poesía a la ciudad (de los cuales hoy casi no queda ninguno), le siguieron los matefletos y la revista mural CuernoPanza. El camino recorrido hizo que este grupo fuera afianzando su mensaje y que este mensaje fuera recibido por muchísima gente. Con el correr del tiempo se sumaron artistas plásticos, más poetas, gente interesada, y comenzaron a recibir ayuda y reconocimiento por lo que hacían.

“Yo creo que lo que generó fue una ampliación bastante grande de público, y el establecimiento de una tradición, modesta, pero tradición al fin: hoy Bahía es tenida en cuenta como una ciudad de poetas. Hay muchísimas personas que escriben poesía y muchos de la edad de ustedes, cuando nosotros empezamos éramos 5 y la poesía en Bahía Blanca no circulaba por ningún lado. A mí me parece que algo de eso funcionó, desacralizó un poco la poesía, se hizo habitual la presencia de la poesía en otros ámbitos…”.

Muchos de los que formaron parte de “Los Poetas Mateístas” están hoy en plena actividad trabajando en nuestra ciudad y siguen siendo valores importantes para nuestra cultura. Otros se fueron y a algunos se les perdió el rastro. Sergio Raimondi, Fabián Alberdi, Sergio Espinosa, Silvia Gattari y Marcelo Díaz integraron el mateísmo que comenzó en el ‘85 y terminó en el ‘93, y con ellos colaboraron en muchas oportunidades Paula Di Canto, Alicia Antich, Graciela San Román, Eva Murari, entre muchos otros. Fue un proceso de formación, ellos crecían como poetas y al mismo tiempo tenían una conciencia muy marcada de militancia cultural, de transmitir sus experiencias, de hacer escuela de sus lecturas.

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2006-07-29 00:00:00
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