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Rostros en transversal miran al público. Son 21. El número de mujeres que dieron a luz en la Escuela de Mecánica de la Armada. Diego Cirulli, el autor de "21 116, significación y re-significación de los Espacios de Memoria", contó a EcoDias sobre el proceso de documentación y de creación de la exhibición vigente en el Museo de Arte Contemporáneo.
Categoría: Cultura

Rostros en transversal miran al público.
Son 21. El número de mujeres que dieron a luz en la Escuela de Mecánica de la
Armada. Diego Cirulli, el autor de «21 116, significación y
re-significación de los Espacios de Memoria», contó a Eco
Dias sobre el proceso de documentación y de creación de
la exhibición vigente en el Museo de Arte Contemporáneo.

«En su origen el título era 21 105, eso fue
en 2012 cuando se inauguró en el Centro Cultural Haroldo Conti, en la ex ESMA,
que fue donde surgió el proyecto como una investigación de archivo en conjunto
con la gente del Conti y los archivos de las Abuelas de Plaza de Mayo, en el
que me focalicé para llevar a cabo la investigación y la muestra»
introduce el artista, quien visita por primera vez la ciudad. «En mi
experiencia lo más fuerte fue el encuentro con esos archivos, empezar a hacer
una lectura y relectura de la información que contenían y ahí es donde empecé a
focalizarme en los hechos que para mí no solo tenían quizás una cercanía en mi
propia historia, sino de alguna manera, ver las huellas que de alguna manera
seguían con vida en la actualidad».

Construcción

21 116 propone un diálogo entre madres e hijos, «entiéndase madres que
dieron a luz en cautiverio en la ESMA porque junto con mi investigación el
trabajo era situado, yo iba a estar exponiendo en las salas de un espacio
determinado con una carga histórica determinada. Quería que el trabajo
dialogara directamente con ese espacio y aportara a lo que se estaba llevando a
cabo, que era la resignificación de ese lugar. Decidí trabajar con mujeres que
habían pasado por el centro clandestino de maternidad ESMA y de alguna manera,
poder trabajar con lo que estaba ocurriendo en la actualidad y hoy en día, el
trabajo de Abuelas por la restitución de los hijos nacidos en cautiverio».
Diego Cirulli llega al Centro Cultural de la Memoria Haroldo Conti con una
propuesta, «presento el proyecto de investigación de archivo para trabajar
con la historia del lugar y poder generar dispositivos artísticos que aborden
ese espacio no tenía ya definido con qué, cómo, sino que eso fue un proceso
bastante abierto que a lo largo de un año y medio de investigación y de
cristalizar en imagen ciertos conceptos que iban apareciendo, ciertos hechos
que me iban transformando en la investigación. De ahí, parte el título, 21 105
porque seleccioné casos de 21 mujeres que pasaron por centro clandestino ESMA,
dieron a luz en cautiverio y están desaparecidas. Por otro lado, el trabajo que
se lleva a cabo por la restitución de esos hijos, que en ese momento eran 105
casos restituidos a sus identidades».

Dilemas artísticos

La exhibición estaba asignada para dos salas, «muy complicadas en relación
a la materialidad, una era muy pequeña y la otra muy grande y con mucha luz, tenía
todos ventanales, no había casi pared. Fue un desafío que me atrajo, pero el
espacio ya ponía ciertas condiciones a la hora del montaje, a la hora de
generar un abordaje artístico». El artista define el proceso como
«bastante orgánico». Según Cirulli, la obra tiene que estar en
diálogo permanente con el lugar. «Una instalación busca modificar un
espacio, esta instalación buscaba resignificar un espacio». La puesta en
escena de esos rostros es monumental, impacta a la vista y abre un espacio de
silencio reflexivo. «Abrir el espacio, abrir el archivo, abrir ese espacio
a la gente para que se pudiera resignificar se generaba un recorrido, la ESMA
es un predio enorme donde es imposible no caminar, no recorrerlo, también para
entrar en sus simbologías, sus significaciones pasadas y las actuales».
Los archivos poseen en muchos casos fotografías de las mujeres, «no en
todos, tomé esa foto, hice algunos estudios previos, pasé por dibujos, tintas
hasta llevarlo a un formato que iba ser el definitivo. No buscaba hacer
retratos de esas mujeres». La construcción artística iba tomando forma,
fuera de la representación, «mi idea era generar que es lo que uno siente
al entrar a la ex ESMA, es idea de presencia, de densidad en el ambiente. El
tarlatán da eso porque no genera una imagen concreta sino una imagen
porosa». Cirulli tiñó el hilo sin obturar la trama para que se pudiera ver
a través de la tela. «Trabajo como organizador escenográfico y estoy en
contacto con distintos materiales, con el trabajo a grandes escalas. Me decidí
por el tarlatán, es una tela traslúcida con la trama muy abierta, que eso me
iba a permitir cristalizar en la imagen varias cosas que pasan en los archivos
y en esos espacios». Los archivos están construidos en relación a testigos
y vistos, «hay casos que tienen una carilla entera del relato y casos que
hay un párrafo o dos líneas, poder dar cuenta de esa construcción un poco
anacrónica del relato, donde hay puntos oscuros, vacíos, dar cuenta de eso en
la cristalización de la imagen».
La visualización de los retratos en forma individual está sacrificada en
relación a lo que genera el conjunto de los retratos, es una hendidura, una
brecha en un espacio determinado, que es para mí una de las cualidades más
fuertes del arte, que es poder rasgar una realidad determinada, una connotación
cultural determinada, algo que en un tiempo estaba cerrado, encajonado y poder
abrirlo y generar nuevas lecturas». La transversalidad de la instalación
simboliza «se acerca a la idea de presencia que de representación».
Si bien, la obra de Cirulli expone 21 casos, estos están «en pos de todas
las mujeres que dieron a luz en cautiverio en distintos centros
clandestinos». Las personas que visitaron la muestra expresaron
«cierta incomodidad, de no poder generar una aprehensión contundente de la
imagen, el recorrer esa transversal donde realmente se activa el dispositivo,
donde están colgadas las imágenes».

Hijos

En la otra sala, al ser más pequeña, lo que hice fue subrayar esa idea de
espacio chico. Por eso, la instalación se completa con un montaje de una caja
de archivo, «uno ingresaba a un espacio más pequeño, están materializados
en una caja de luz 500 fotogramas que es el estimado de nietos entregados a
otras familias». Al momento de la primera exhibición los casos de nietos
restituidos ascendía a 105, «hay un juego de positivo negativo». La
documentación no fue la única fuente utilizada por Cirulli. «Hice una
serie de entrevistas a distintos representantes de asociaciones de Derechos
Humanos. Me entrevisté con Manuel Gonzálvez, un nieto restituido, nuestra
charla se centró en la obra, me dijo que era muy fuerte porque era tal cual esa
idea, pusieron a 500 identidades en un espacio negro, un espacio oscuro, los
borraron totalmente, y que poco a poco con el trabajo de Abuelas y distintas
asociaciones se está desarmando esa caja.
En su itinerancia, la muestra ya recorrió otros espacios. En el año 2013 se
expuso en La Casona Eduardo «Bachi» Chironi en Viedma, Río Negro,
siguió su derrotero en el litoral del país y se abrió al público en el Museo de
Bellas Artes de Entre Ríos, «que me enteré después que funcionó como
centro clandestino de detención», al año siguiente, momento en que fue
actualizada y adquirió su actual nombre. En las paredes se pueden observar páginas
de archivo, son los tesauros que registran el nacimiento de los niños en
cautiverio. «Creo que tanto Madres, Abuelas como HIJOS, el trabajo que han
llevado a cabo nos ha permitido a todos poder resimbolizar y no quedar
fragmentados por un hecho de semejante envergadura como fue la dictadura».
21 116 permanecerá abierta al público en el Museo de Arte Contemporáneo,
Sarmiento 450, hasta el 29 de marzo. Visitarla dará sentido a la expresión de
Diego Cirulli, «la dictadura nos atravesó a todos, hayamos nacido después
o antes».

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2015-03-25 00:00:00
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