Del 3 al 7 de octubre se realizó el Festival de Poesía Latinoamericana, otro
encuentro que cumplió las expectativas y los recorridos de un público cada vez
más amplio.
El Festival de Poesía Latinoamericana está “condenado” al crecimiento, la
propuesta 2018 marcó un infinito circuito para escritores, editoriales,
participantes e invitados, desde escuelas hasta espacios universitarios y
culturales de la ciudad.
Múltiples lenguajes
“El Festival siempre mantuvo la línea de mesas de lectura, reflexiones y
compartir en las aulas, y en instancias públicas, con la música presente,
tratando de abrir el abordaje de la poesía con otros lenguajes, con otras
prácticas”, introduce Lucía Bianco, poeta y una de las impulsoras del evento. Se
destacaron las mesas de editores, parte estructural y actual, una posibilidad
para pensar esta coyuntura económica por la que pasa el país.
La octava edición marca un crecimiento, con una vitalidad propia, “no queremos
que sea una práctica cristalizada sino que vaya escuchando lo que pasa y vaya
proponiendo”. Uno de los integrantes de esta propuesta fue la Universidad
Nacional del Sur, “y juntos vamos pensando la literatura de acuerdo a los
feminisimos del presente, por eso el viernes hubo una mesa con distintas autoras
conformada por Mariana Mariasch, Dani Umpi y Roberta Iannamico, que se
convirtió en una entrevista abierta para hablar sobre escribir poesía, hacer
canciones, periodismo, organizarse y editar en este presente feminista, y cómo
eso modifica o no, o de alguna manera trama en sus prácticas artísticas”. Esta
tensión contemporánea es rescatada por el Festival para mostrar una postura,
“no solo desde una serie de invitadas sino también con contenidos, por eso una
parte central fue recordar la visita de Gabriela Mistral a Bahía Blanca hace 80
años, entonces repensamos su figura de mujer que escribe en la década de ´30 y
de las mujeres que escriben hoy, cuál fue el antecedente o la importancia de este
antecedente con Mistral, Alfonsina Storni, Juana Ibarbourou, y también las
diferencias y demandas de este presente, ya no como figuras de mujeres
recortadas y únicas, como una isla dentro de la historia de la literatura, sino
más un presente que disputa los espacios del diálogo, de edición, de
circulación y de escucha específica de lo que las mujeres que escriben”. En
cuanto a las figuras femeninas del ámbito de la poesía local, Bianco destaca
que es un espacio en construcción, “no son tradiciones estáticas, se van
moviendo, muchas chicas jóvenes que están escribiendo y generando poesía,
activan espacios, son gestoras culturales, esto es fundamental”. Ana
Miravalles, Roberta Iannammico, Lena Díaz, Sofía Merlino y Valeria Mussio
representan diversas generaciones de mujeres escritoras locales.
Elvira Hernández, poeta chilena, participó del Festival dejando su impronta con
lecturas y testimonios, “ella es fundamental para pensar la poesía y en
particular, la poesía chilena en relación con su historia, su propia política y
la esfera de lo social, y a las praxis transformadoras del lenguaje”. Brasil,
Costa Rica, Uruguay, México fueron algunos de los destinos de escritores, “Dani
Umpi, autor y músico uruguayo, también es performer que tiene una presencia en
el arte en términos generales, tanto tabiques compartidos. Él puso en cuestión
el texto poético separado de texto de letra de canción, una charla que fue muy
interesante”.
Redes
El Festival tradujo la gran apuesta al trabajo colectivo, el grupo
organizador se ocupó de tender redes, voluntades, sumó espacios y escenarios
para compartir las actividades. “No es un trabajo direccionado por un grupo ni
unilateral tampoco, siempre hay mucha gente trabajando para que esto suceda,
varios museos públicos pensaron actividades centrales, también en las escuelas,
en las aulas, muchas docentes involucradas en preparar actividades específicas
para que visite un o una poeta y hable con los chicos, desde los trámites
administrativos hasta ver cómo esto se entronca con una materia, con los
contenidos y con los propios intereses de chicas y chicos”. La Escuela Técnica
Nº 2, la Escuela Nº 31, la Escuela Nº 29, la Escuela de Comercio, la Unidad
Penitenciaria N°4, Colegio Americano y la Escuela Provincial de Danzas Clásicas
fueron partícipes de las lecturas en sus propias sedes, sitios en los que
escritoras y autores realizaron lecturas y entablaron discusiones respecto al
quehacer poético. La colaboración del personal de la Biblioteca Rivadavia, los
y las docentes de la Universidad Nacional del Sur, trabajadores y trabajadoras
de Museo del Puerto y Ferrowhite Museo Taller, “son voluntades encontradas, de
años y de años, que coagulan en unos días a favor del Festival, tienen cierta
intención de circulación y de intercambio de escritura, de edición, de
gestión”. Esta complejidad y la construcción en sucesivas ediciones dieron como
resultado una buena convocatoria y participación de público en los cinco días
en los que sucedió el evento.
“La situación económica modifica por completo la práctica de un editor, que es alguien
que lleva a papel un proyecto de edición y también esto, es parte de la
historia de la literatura argentina. Cómo los proyectos literarios y de edición
de catálogo se han modificado, incluso han encontrado nuevas oportunidades de
creación a partir de las crisis económicas en Argentina. No digo que las crisis
generen necesariamente oportunidades, sino todo lo contrario, generan
dificultades que a veces se resuelven con propuestas inesperadas”, refirió
Bianco en relación con el resultado del espacio “Editoriales en Ronda”, una
charla abierta que incluyó intercambios de experiencias entre Diego Rosake,
Celeste Juliana, Ana Wandzik, Gerónimo Unibaso y Gustavo López, editores y
editoras de Hemisferio Derecho, Editorial Maravilla, Iván Rosado, Colectivo
Semilla y Vox/Lux. “Es para destacar que quienes están comprometidos con la
edición compartan su quehacer, sus dificultades, en lo que hacen día a día”.
Los y las poetas que llegaron desde otros países realizaron su experiencia de
lecturas en visitas a Ferrowhite y Museo del Puerto, “constituyeron visitas de
interacción con las comunidades, y tienen que ver en gran medida con la tarea
que los museos de Ingeniero White vienen haciendo desde hace unos años, la
comprobación de que estas tramas de trabajo colectivo se han sostenido y
alimentado a lo largo del tiempo”. Ana Wandzik estuvo en el taller Prende, en
el Museo Taller, y compartió con chicas y chicos que cada sábado trabajan con
serigrafía y herramientas visuales. En el Museo del Puerto, se intercambiaron
poemas y comidas con vecinas y vecinos de White, en el marco del Taller de
Escritura Macarrónica, “este recupera su experiencia vital de cocineras,
cocineros, relatores, memoriosas y memoriosos, comensales a través de la
escritura”.
Ernesto Cardenal, el poeta eterno nicaragüense, no se quiso perder el Festival
de Poesía Latinoamericana, con sus 93 años realizó una videolectura. Su edad y
estado de salud no le permitieron realizar el viaje hasta la localidad. “Una
manera de conectarnos con él fue a través de la tecnología y la verdad que fue
un sueño hecho realidad”, por lo tanto su voz resonó en el Centro Histórico y
Cultural de la Universidad Nacional del Sur.
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