La máquina del
tiempo se instaló en el patio del Museo y Archivo Histórico de la ciudad. Los
años ´40 se materializaron en un picnic al aire libre, mujeres y hombres
regresaron a los pantalones con tirantes, los vestidos y faldas de colores
tierra al estilo Grease, los sombreros, los moños y los guantes. Fonógrafos,
radios y discos de vinilo desfilaron junto a canastas, tazas de té de cerámica
y damajuanas en original envoltura de mimbre y hasta una pava plateada centró
la atención de la mesa mayor.
«Los años 40 fueron el símbolo de un país que
por un lado intentaba crecer a través de su incipientes industrias, su clase
obrera y una cada vez más fuerte clase media y que por otro, no podía dejar de
lado acontecimientos mundiales que llenaban de sangre a la humanidad «, declara un documental de la
TV Pública. «Años de testigos incrédulos del lanzamiento de la bomba
atómica, del adelanto del Apocalipsis a través del propio hombre convertido en
el más irracional de los animales. 1940, un período que tal vez para olvidar el
dolor del exterior y del interior, por qué no, surgía la bohemia de barrios y
cafetines convertida en tango, donde el cine, el teatro, la calle Corrientes y
Lavalle desbordoban en risas, ilusiones y quimeras», cuenta «Décadas».
Esos años fueron determinantes para el futuro. Mientras tanto, nuestra ciudad
se desarrollaba con gran pujanza, por impulso del puerto y el campo.
De fonógrafo y canto
La actividad estuvo coordinada por el Museo y Archivo Histórico y el Centro
Municipal de Estudios Folklóricos. La convocatoria reunió a una veintena de
vecinos e integrantes de ambas instituciones que recrearon escenas de
sombrillas, mesas largas de campo, manteles en el piso y música de fonógrafo.
Hubo galanteos, mesas compartidas entre amigas, momentos familiares y también,
de amigos, las rejas negras y el gran portón de madera fueron otros escenarios
sugestivos de otros tiempos. A la tarde no le faltó té, mate, bebidas en
botellas de uso de los años ´40. El picnic fue una práctica instaurada con el
fin de compartir domingos o fiestas de la primavera, seguramente, muchas
familias ganaban la costa y los balnearios portuarios, los espacios verdes de
las barriadas y el propio Parque de Mayo o la Plaza céntrica.
Los participantes del gran picnic compartieron hábitos y costumbres, música,
vestimentas, accesorios y objetos representativos de esa época, como radios,
cámaras de fotos, canastas, manteles, alimentos elaborados y bebidas. «Nos
animamos a participar, con un poco de ganas conseguimos la ropa y los
accesorios» aporta Griselda Milozzi que participó junto a su amiga
Marilina Andrea. Ambas hojeaban una revista amarilla y fumaban cigarrillos con
boquillas.
Instalado paseo
El Museo de la ciudad cuenta con unas cuantas salas dedicadas a la exposición
de la historia local, su reestructuración no solamente ha involucrado la
mudanza del edificio. El relato de la historia local se ha construido sobre
andamios metálicos que concretan una cronología de 10 mil años de historia.
Documentos, objetos, fotografías dan cuenta de los primeros días fundacionales
e incluso remiten a los habitantes originarios del territorio, la actividad
ferroportuaria, el crecimiento comercial e industrial, las riquezas llegadas y
trasnportadas por el tren, las comunicaciones del correo, el teléfono, la
inmigración masiva, la cultura, la educación, la llegada de la democracia y la
nueva etapa con el Juicio a los Genocidas. Continúa con un patrimonio tangible
de 1600 objetos en el Gabinete de curiosidades. «Encontrarán los objetos más disímiles,
desde los pequeños gatos de porcelana hasta los armarios de los bancos, un
bolillero gigantesco, la primera silla de partos del Hospital Municipal,
distintos carteles de diferentes momentos de la ciudad, la piedra del Molino Godio,
por un lado, tenemos una historia sintética de la ciudad con mucha información
y con diversas interpretaciones y por otro lado, en el gabinete de
curiosidades, una aparente acumulación arbitraria de objetos, que invita a
decodificar por qué están uno al lado del otro”.
Otra sala se constituye como bienvenida de los tiempos más actuales, con la
llegada del carnaval, mientras un piano y una máquina de hacer café hacen los
honores a los visitantes. El patrimonio del Museo de la Ciudad ha cambiado su
disposición y ha priorizado un relato de curiosidades y cotidianeidades.
Enmarcado en el ex edificio de los inmigrantes, sus paredes, sus instalaciones,
su patio suman 1568 metros cuadrados, que ya están construyendo un nuevo relato
bajo esos tejados de pasillos, donde el domingo hubo milonga de picnic y
tangazos. “Podrán decir, podrán hablar, y murmurar y rebuznar, mas la fealdad
que Dios me dio mucha mujer me la envidió. Y no dirán que me engrupí porque
modesta siempre fui… ¡Yo soy así!”, todavía resuena entre
rejas, palomas y techos rojos.
Darse una vuelta
El Museo de la Ciudad puede ser visitado de martes a viernes de 9 a 12 hs. y de miércoles a domingo de
15.30 a 18.30 hs. en Saavedra 951. Las actividades pueden consultarse vía Facebook: Museo
y Archivo Histórico.
Las instituciones educativas y organizaciones interesadas en realizar una
visita guiada pueden pactarla al teléfono 4563117 o al correo electrónico museo.historico.bbca@gmail.com.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
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> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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