El proyecto está a cargo de la precursora, maestra y licenciada en Letras, Elsa Calzetta.“Después de hacer talleres literarios con Mecha Tuma y Nicolás Bratosevich y de compartir las dudas y temores con mi gran amiga Mirta Itchar, me animé”, contó.

En la biblioteca del entonces Colegio Nacional dictó un taller para padres, madres y estudiantado interesados. “Me enamoré de la tarea, de lo que ésta me enseñaba y espacialmente del placer al ver a mis “chicos” escribir y soltar amarras. Disfruté con ellos la maravilla que la lectura y escritura nos iba permitiendo. Jamás fue un trabajo, es el espacio donde soy, con otros, libre y feliz”.

Explicó además que cada consigna, juego y propuesta de escritura que les presentaba, antes lo ponía en práctica con ella misma, le debía resultar divertida, por el contrario, buscaba otras alternativas. “Las herramientas, el material de lectura llegaron de manera caótica, como suele llegar la vida. Fui probando fuerzas, puliendo objetivos, aprendiendo a sugerir sin jamás corregir algún posible desacierto”, describió.

Transformarse

La intención siempre fue motivar a cada una de las personas, según sus posibilidades, que los talleres sin dejar de ser un lugar de aprendizaje, fueran atractivos y estuvieran en movimiento, que se relacionaran con otras artes, con otros hacedores.

Por esta razón, rápidamente, surgió la idea de una antología a publicar a fin de año que reuniera los mejores escritos. Y así lo hicieron siempre, una antología que resultó, pulir la tarea ante la responsabilidad de salir de las paredes del taller, a la vez que un motivo de encuentro con otros talleres o con quienes se interesaran por jugar con la palabra.

“Todo fue cambiando, la sociedad logró en parte ser menos represiva y las personas más libres”, subrayó la licenciada. “Con el correr de los años, comprendí que si bien nunca dejé de habilitar un espacio para la escritura, que si bien siempre importó que mis chicos vivieran el proceso de encontrarse con sus capacidades, lo más relevante (y esto fue para mí un descubrimiento) fue que cada persona que pasara por el taller se supiera creativa, valiosa, única”, cerró.

Autor: Redacción Ecodías