Con actividades a pleno, las vacaciones de invierno abren espacios conocidos y
nuevos para recorrer, hacer, pensar y hasta dibujar con los pequeños y los más
grandes. Las historias de pescadores de la ría revivieron en colores y voces.

Tres pescadores fueron al Museo del Puerto a contar sus historias de mar a los
chicos: Walter Stankunas, Alfredo Genovali y Silverio Mazzella. “Están inscriptos
en la tradición que tiene el Museo de talleres con trabajadores, decimos que el
trabajador es el maestro y la herramienta como recurso didáctico. En esta ocasión,
también, los pescadores tomaron la zaranda y le mostraron a los chicos cómo se
zarandea el camarón, la red cómo se usa, las botas y ese ratito el trabajador
se vuelve un docente”, resume Milagros Bilbao.

De la loma al mar
Un día cualquiera un maestro visitó el Museo y el Puerto. Sacó fotografías
y las llevó a la escuela. Se armó un gran revuelo. Y los docentes y chicos se
pusieron a construir lanchas. Una fiebre amarilla carpinteril. Fue así, que no
solamente lograron su objetivo, sino que además aprendieron a compartir
herramientas, intercambiar opiniones y hacer algo en todos.
“Son el corolario de un trabajo macro que venimos haciendo desde principio de
año y que va a continuar. Resulta que la Escuela 70 de Loma Paraguaya nos
enteramos que estaba armando en uno de los talleres que tiene la escuela unas
lanchitas amarillas artesanales, como tenemos en la puerta del Museo, a raíz de
que un profesor vino al puerto, sacó fotos y las llevó para que los chicos
trabajen armando cosas, un taller de carpintería con el objetivo de mejorar los
vínculos”. La mejor lección que pudieron aprender. La gente del Museo ya estaba
enterada, ya tuvo ganas de hacer más “y fuimos a la escuela nos entrevistamos
con las maestras, con el profesor y nos mostraron las lanchitas. Empezamos a
trabajar en distintas situaciones, por ejemplo habían hecho las lanchas pero no
conocían el puerto, organizamos una visita al puerto, vinieron al museo,
hicieron un recorrido por las salas, les contamos un poco la historia de
Ingeniero White. Luego, hicimos una caminata al puerto hablando, contando las
distintas etapas del mismo e insertando a su barrio en este contexto histórico mayor.
Después tomamos la merienda, como solemos hacer con los chicos”. El barrio Loma
Paraguaya es considerado una parte ampliada de la comunidad del Museo.
“Otra actividad fue la de convocar a un pescador artesanal, Silverio
Discioscia, a que charle con los chicos en el aula acerca de la actividad.
Nuestra intervención como museo público y comunitario en esa escuela pública
estuvo centrada en reponer el cuerpo de los trabajadores, es decir, los sujetos
que hacen posible que esa lancha salga a la ría, pesque, vuelva, el sujeto
trabajador, ese cuerpo viene con una voz. Fue Silverio Discioscia a la escuela
y los chicos le preguntaron cómo dormían, qué comían, cómo cocinaban. Él llevó
su propia lancha hecha en miniatura y les mostró, dibujó en el pizarrón como
tirar una red para pescar”.

Más cerca
El taller que se realizó dos días sábados en forma continuada contó con dos
momentos. “Primero, la inauguración de la muestra “Mini flota amarilla: de la
Loma al mar”, que decimos que fue la botadura de las lanchas hechas por los
chicos a la sala del mar, así es que ustedes la van a poder ver durante las dos
semanas de invierno, acompañada con la reposición de la voz del trabajador con
fragmentos de la entrevista, que cuenta entre otras cosas sobre la personalidad
de las lanchas”. Según la experiencia de Discioscia, las lanchas nunca toman de
igual forma las olas, lo que pasa en la lancha depende de quién la conduzca,
quiénes formen parte de la tripulación, qué se pesque, dónde y para qué.
“Luego de esa inauguración, hicimos el taller con los tres pescadores invitados
y finalmente, los chicos asistentes dibujaban reponiendo en imágenes algo de lo
que habían escuchado. Hicimos un registro individual de la actividad. Los
dibujos los hicieron ayudados por los rudos pescadores, era muy tierno verlos
ayudar a los chicos a pintar”. Asimismo, los asistentes estuvieron insistentes
y muy curiosos. ”Les preguntaron si hacía frío, porque los pescadores contaron
su trabajo desde una perspectiva optimista y se ve que los chicos atentos con
el clima actual se vieron conmovidos por un trabajo con tanto frío, también
indagaron qué hacían con el pescado si lo vendían o lo comían”.
Si visitan el Museo- Guillermo Torres y Cárrega, de la vecina localidad- en
estos días, en la sala de exhibiciones al final verán que las lanchas recrean
ese momento de la economía local. “Intentamos que queden marcas de las
actividades educativas en la muestra del Museo, por eso, la intervención en la
sala del mar”. Las jornadas estuvieron cargadas de chocolates, tortas, dibujos
y la capacidad de poner en palabras un oficio que es parte de la identidad y la
historia de Ingeniero White.