En una segunda cita del ciclo literario propuesto por El Digital de Bahía, producto de la Cooperativa de Trabajo Ecomedios, participaron tres artistas bahienses presentando sus poesías y textos. En el diálogo con Ecodías, cada uno y cada una se refirió a su descubrimiento personal como artista, a los desafíos y comprensiones para llegar a ser quienes son hoy, que no queda estrictamente vinculado a la poesía, pero sí al arte de compartir historias.

Una voz del interior

Nataly Oviedo es escritora, dramaturga y actriz, originaria de Misiones y residente en Bahía Blanca desde hace varios años.Desde muy pequeña sintió el impulso de escribir y cuenta con dos libros, Silencios, y Humano por equivocación, con los enlaces disponibles en su página de Instagram, donde comparte continuamente sus escritos.

“Es difícil ser una persona del interior en otro lado, sobre todo por las circunstancias económicas en las que vine, que fue sin nada, básicamente”, confesó. Para ella, priorizar necesidades como el pago del alquiler y los servicios, le hizo poner su arte en pausa, y no fue hasta más tarde que pudo reconectar con el teatro. Sin embargo, esas experiencias le sirvieron para escribir mucho sobre qué lugar ocupan las cosas en la vida.

Si bien se describe como una persona “ansiosa y ambiciosa”, afirmó que cree “en el momento presente”. Por este motivo, decidió dedicar un tiempo a establecerse mentalmente, para reconocerse y conectarse con su ser artista más genuino, y luego conectarse con otras personas del medio: “Pude identificar cuáles son los recursos que tengo, de dónde vengo y eso va de la mano de conocerme también como persona, ser más honesta conmigo, y tener cierta tranquilidad”, relató.

Asimismo, expresó que “pensar en proyectos lejanos me frustraba, y no me permitía dar algunos pasitos en el presente”, explicó sobre todo en el sueño de ser actriz.

Finalmente, Nataly logró poner en movimiento su arte: Autogestionó su libro, lo vendió, continúa con sus escritos en las redes y ahora tiene como prioridad el estreno de la obra teatral Pisos sin secar.

En proceso de ser escritor

La historia de Juan Cruz Spinaci comenzó hace dos años, cuando decidió emprender la escritura como un ejercicio catártico. Lo que inició como una necesidad emocional se transformó en “algo serio”, y actualmente considera que está viviendo el proceso de ser escritor, con la meta de editar libros y explorar nuevos géneros como la novela.

Si bien sus textos, en su mayoría, son poesías a las que siente como su zona de confort, también tiene en su haber algunos microcuentos, espera continuar ampliando su imaginación hasta nuevos horizontes.

«El cuento me encanta, es un género literario que me gusta mucho y creo que es a lo que más me estuve acercando. La novela te da la posibilidad de crear personajes y escenarios, y es en lo que quisiera trabajar”, evaluó.

Abriendo caminos

A sus 52 años, Marcela Crucianelli afirmó que “es un tiempo que estoy sumando en mi vida. No me siento una mujer que va descendiendo en escala, sino que va ascendiendo para abrir camino y encontrarme con mis pares”.

Su primer encuentro con la escritura fue durante su adolescencia, de la mano de docentes que la impulsaron a esa forma de expresión. Sin embargo, la vida la llevó por otros rumbos, aunque nunca se distanció del todo. Reconoció un momento crucial: “A través del libro El trayecto del velero Galileo que llegó hasta la Antártida, compuse una poesía que se llama Presente, y con ella pudimos apadrinar a la Escuela N° 38. Fue un antes y un después en mi vida porque decidí invertir tiempo en lo que realmente Dios puso en mí. Mi pequeño talento para escribir”, detalló.

Así, fue recorriendo diversas aventuras de las que aprendió que el arte no solo es un viaje personal, sino también una forma de conectarse con los demás. «El camino de la formación no era tan recto. Tenía que abrir mi corazón y comenzar a interactuar con otras personas que hacían lo mismo. Participaba de café literarios, espacios de lectura», reflexionó. La pandemia le dio la oportunidad de profundizar esas conexiones de forma digital.

A modo de conclusión, la escritora reflexionó: “La cultura es semilla. Somos nosotros, es la voz del alma. Nuestra voz tiene sonido, pero el alma, si no lo expresamos, se silencia, se calla. Y si habla, nace un escritor, un escultor, un pintor, un artista, un compositor, un artesano. Esto es lo que vine a hacer hoy desde mi corazón, así lo siento en este pequeño tiempo compartido”.

Autor: Redacción Ecodías