Un encuentro con infancias pasadas y
presentes propone una muestra patrimonial de juguetes y juegos en el Museo y
Archivo Histórico que se extiende durante todo el mes de agosto. Recorridos,
rincones para divertirse en familia y salas de exposiciones para descubrir con
cámara en mano.
«Queremos que los chicos vengan con sus celulares y máquinas de fotos, hay
celulares que sacan muy buenas fotos, que recorran las diferentes salas y el
gabinete de curiosidades, el deposito de placas, donde hay muchos objetos que
están guardados», describió Ana Donato, integrante de la institución.
Durante las vacaciones de invierno se propusieron dos encuentros para volver a
mirar la exhibición de objetos, las fotos tomadas durante las visitas se
subieron a #rinconesfotograficos y forman parte de una muestra virtual que se
publica en el Facebook del museo, la actividad convocó a un público «de 10
a 104 años».
“Explorar espacios habitados por objetos que han entrado a la vida del Museo
Histórico, y que habitualmente los visitantes no los ven porque no están
expuestos, ir a esos lugares ocultos, a esos rinconcitos del Museo donde se van
a encontrar con fotografías y algunas de ellas las van a adorar, con los
diferentes objetos que estarán ubicados de manera caótica y despiertan otras
sensaciones diferentes a la exposición formal de la muestra”, cuenta Mónica
Gómez, encargada de las visitas institucionales. “Hay objetos muy interesantes
para fotografiar, además, en cámaras y en celulares hay muchas funciones para
sacar fotos, que se pueden aplicar en esta ocasión».
Infancias
A la muestra habitual de andamios y gabinete de curiosidades que contiene
infinitas historias locales, se sumó una muestra de juguetes y juegos,
“queremos generar espacios donde haya encuentros de los adultos y de los niños,
un recorrido por diferentes infancias, diferentes épocas, donde puedan
establecer un diálogo con los juguetes y juegos que están expuestos. También
poder compartir en familia esta experiencia, jugar dentro del museo, se han
habilitado mesas para que los chicos vengan no solamente a observar sino a
explorar, tocar, armar en ese encuentro con los adultos y en ese encuentro con
el museo, que deje de ser ese lugar frío o estructurado, que se inunde de
risas, de charlas, de ruidos, que haga el encuentro con la historia un lugar
más ameno».
Jugábamos a la payana con cinco piedritas. A las bolitas, la soga, a distintas
rondas con cantos y gestos.
“A diversas manchas, al Poliladrón, a las escondidas. Con muñecas, con autitos,
cocinitas, teléfonos con latas e hilos. A las figuritas. ¡Con gomeras! (a hacer
desastres)”, cuenta un cartel. “Se hizo una encuesta, una cápsula que condensó
las opiniones de los visitantes sobre cuáles juguetes recuerdan, con cuáles han
jugado”, cuentan desde el equipo educativo.
“También es posible reconocer que había muchos juegos que se realizaban en
la calle, en muchas oportunidades con objetos de la vida natural, estos
requerían mucha imaginación y capacidad creativa para poder jugar”,
reflexionaron. Rayuela, escondidas, mancha, fútbol, Family Game, Nintendo,
muñecos, soldaditos y autitos de metal, se mezclan en la diversidad de la
exposición. “Salíamos por las tardes limpios y cambiados… ¡A jugar! En
el barrio. Lo más emocionante al atardecer, con una sola lámpara por esquina
para jugar a las escondidas”, testimonia otro visitante.
También es posible repensar ciertos mitos actuales. ¿La tecnología ha
reemplazado el juego? “Creo que depende de lo que nosotros fomentamos, cómo
incentivamos el encuentro, el chico va eligiendo. La tecnología se convierte en
una opción más, reconocemos que la actual infancia son nativo-digitales. Sin
embargo, el museo se pliega a esta campaña de volver a los juegos
tradicionales, volver al contacto, al diálogo entre hijos y padres: cuáles
fueron los juguetes con los que jugaban ustedes”. Gómez y Donato
muestran las muñecas que se exhiben, grandes, pequeñas, con vestidos vaporosos,
con ropa cotidiana, peponas o novias, de trapo, y también una antigua muñeca negra parecida a
la Famil repartida por la Fundación Eva Perón. En el juego se van reflejando de
alguna manera las clases sociales, qué juguetes eran accesibles y cuáles eran
solo para quienes tener mayor poder adquisitivo. “Jugar a las tacitas… cargar
un cajón con latitas y el juego de té de plástico. Entonces iba a buscar a mi
vecina para jugar. Marcar una raya en el piso de tierra del patio para separar
las casas” dice un testimonio.
“Hay muñecas que tienen que ver con la historia del juguete de nuestro
país, los trencitos que surgen en la década del ´40 y del ’50, hay juegos de
mesa, la idea es poder repasar la historia del juguete, la connotación que han
tenido a través de los distintos momentos históricos. ¿Con qué jugabas? ¿Con
qué juguetes? ¿Podían todos comprar juguetes? ¿Se fabricaban acá, en nuestro
país o eran importados? ¿Qué pasa en la década del ´40, del ´50? Hablar de los
derechos de los niños a jugar, la concepción de niño no es la misma del siglo
XIX que la que fue en el siglo XX. Esto también tiene que ver con los avances
de la medicina, la mejora de la calidad de vida, la gente vive más años, las
etapas son más cuidadas, entonces el juego y el juguete empiezan a ocupar otro
sitio en la vida del niño que en otro momento a muy temprana edad el niños se
incorporaba al mundo del adulto a través del trabajo y no tenía que ver con la
concepción de niñez posterior. Esa mirada fue cambiando a través del tiempo y
con ello la incorporación de diferentes tipos de juguetes en función de esto”.
“Queremos sostener en el tiempo estos matices, esto también es historia. El
museo está habitado, aloja historia, plantas, objetos, el vínculo con la
comunidad ha hecho que los vecinos aporten, muestren, donen y participen de la
historia de este edificio”. La muestra está acompañada con rincones de juegos y
afiches, propiedad de Julio Uyúa, que aporta los personajes como la Pantera
Rosa y los Tres Chiflados. Los juguetes corresponden a la muestra patrimonial
del museo, organizado y enriquecido por el aporte de los vecinos y los
empleados.
El patio es una sala más, «se está pensando para el mes de agosto y
septiembre en una intervención de Síndrome Clown, queremos encontrarnos con la
historia a través de diferentes experiencias de la música, de la literatura, de
la magia, del juego y de la fotografía».
RINCONES FOTOGRÁFICOS
“Nací el 5 de mayo de 1940. En mi época de niño, lo más normal era el juego de
bolitas. Cuando salíamos de la escuela también jugábamos a la escondida”,
asegura uno de los visitantes que dejó su recuerdo de infancia. La muestra
estará vigente hasta el 30 de agosto y puede visitarse en Saavedra 951, de
lunes a viernes de 9 a 12 y de jueves a domingo de 15.30 a 18.30 horas.
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