«Fue una buena oportunidad la propuesta de la Bienal, fue una puerta para
los artistas, y la dinámica fue increíble», comentó Natalia Forcada,
autora del proyecto Prótesis para músicos.

«El primer instrumento es el cuerpo, entonces les planteé a los dos
músicos bahienses que se reapropiaran del cuerpo a partir de una prótesis de un
instrumento que ellos ya conocen» fue la base del proyecto artístico de
Natalia Forcada, residente en la Ciudad de Buenos Aires y convocada para la
Bienal Nacional de Arte, evento de los Museos de Arte de Bahía Blanca. «No
suenan ni se tocan de la misma manera, y funcionan realmente como una prótesis,
porque frente a cualquier prótesis uno no entiende nada, no podés caminar del
todo bien o mover el brazo como lo hacías antes, nunca reemplaza al 100 por
ciento esa parte del cuerpo».

Interés
Forcada partió de dos definiciones de prótesis, «uno, la colocación o
sustitución de un órgano, una pieza o un miembro del cuerpo por otro o por un
aparato especial que reproduce más o menos exactamente la parte que falta, y
dos, pieza o aparato artificial que se coloca o se implanta en el cuerpo de un
ser vivo para sustituir a otra pieza, a un órgano o a un miembro». El eje
de trabajo de su arte es el cuerpo, «y otros temas, como pueden ser el
género, el poder, los medios de comunicación, la medicina, la música», en
este caso llegó a través de la profesión de Andrés Cáceres, luthier y pareja de
la artista, «empecé a conocer más, me pareció interesante y no sé cuándo
llegó y se unió la medicina con esto, lamentablemente tengo conocimientos por
problemáticas de salud cercanas y propias, la creación es aleatoria».
La artista rescata “hay algo de la extensión del cuerpo planteado a través de
un instrumento, entonces, también esa extensión es una prótesis en definitiva,
por ella puede sostener o reemplazar a otra parte”. En ese juego, donde los
humanos han tenido querido extender su cuerpo, y sería una especie de
construcción en una obra no realista, es una reapropiación del mismo”. Con el
objetivo de realizar una serie muy grande, ya cuenta con doce prótesis más, y
la mirada está puesta en contar la historia de la música, la obra crece y está
en proceso.
Los dos instrumentos de cuerda, violín y violonchello, son los protagonistas de
“Prótesis para músicos”, el primero “Violín para el cuello” y el segundo
“Violonchelo para tórax”. María Rojas y Maximiliano Medina fueron los músicos
locales comprometidos con la presentación, “la propuesta de encontrarme con
ellos y plantearles que se pongan por primera vez, en vivo, las prótesis y que
intenten descubrirlo ahí mismo, era algo que veía como imposible. Había
charlado en Buenos Aires con varios violinistas y chelistas y no querían saber
nada, y cuando conocí a María y Maxi y entendieron que era la prótesis del
cuerpo mezclada con el instrumento”.
Confiesa que lo que le gusta del arte contemporáneo es la
posibilidad y la capacidad de investigar sobre ciertos aspectos, “si bien el
tema inicial es el cuerpo me gusta cruzarlo con otros temas, también hay un
gusto por las palabras y por el cambio de sentido de ellas”. Parte de la
muestra está conformada por un video, en el que se puede ver cómo se colocan
las prótesis, cómo se usan, cómo se escuchan. El material audiovisual se generó
durante la inauguración y después se pudo compartir a través de una pantalla.

Ningún descarte
“Probar era demasiado caro, por eso en mis primeros intentos lo hice con
descartes del taller de mi marido, le sobraban un par de platillos, armé una
prótesis para pierna izquierda, la otra está hecha con el mango de un
contrabajo”. Ambos prototipos fueron las imágenes para presentar el proyecto en
la Bienal Nacional de Arte. Desde una mirada multidisciplinaria, la artista estudió
cine, “no me gusta quedarme quieta, y encontré en el arte contemporáneo mi
lugar”.
Con un gran valor puesto en la investigación del arte contemporáneo, Forcada
enfrentó algunas encrucijadas, en un momento surgió la temática de la
discapacidad, “y la la idea de hacer una prótesis para una persona pero se me
iba de eje, lo que en realidad me interesaba era el cuerpo como caja de
resonancia inicial de la música, no tanto la parte pro estética de las personas
con discapacidades. La pregunta vino, es cierto”.
Una vez colocadas las prótesis, los músicos confesaron que no se las querían
sacar, “fue buenísimo, les expliqué cómo ponérselas, y después realizaron las
performances”. En el caso de “Violín para el cuello”, Forcada consideró que fue
difícil la tarea de Rojas, “la prótesis te inmoviliza el cuello, tenía la
posibilidad de subirse un poquito el mango, pero no podía ver dónde estaba
tocando, dónde estaban las cuerdas”, en cambio en “Violonchelo para tórax”,
existían las posibilidades de mirar. Cuando terminó la presentación, los
músicos manifestaron las incomodidades y las comodidades, “apareció la
intención de querer sacarle más sonido, como de querer hacer algo más con el
instrumento, les gustó experimentar, fue una experimentación física-musical”.
Más que tocar una pieza, el intento fue de encontrarle sonido a esos
instrumentos.
Forcada calificó a la oportunidad como única, «fue una semana entera con
nuestros compañeros pudiendo hablar sobre el montaje, con la gente del museo
que fue maravillosa, y por otro lado, el trabajo que logramos con María Rojas y
Maximiliano Medina», dos voluntarios que se llevaron la experiencia desde
lo más próximo. Valoró que el montaje fuera abierto, “es muy bueno que las
personas que visitan los museos le pregunten a los artistas de arte
contemporáneo, sino se crea un ambiente demasiado cerrado e incomprendido”.
Habituada a las residencias nacionales e internacionales, resaltó el carácter
profesional y afectivo del encuentro, “se siente el amor de los trabajadores y
uno se siente como en casa”.