Una obra de Eduardo Pavlosky es encontrada, después de
50 años de desaparecida, y puesta en escena en el Centro Cultural Cooperación.
Los directores Sebastián Berenguer y Daniel Dibiase se animan a un teatro
físico de la dramaturgia nacional.

“Esta es una obra inédita, se escribió en 1962 y estuvo perdida durante 50
años” introduce Berenguer en la charla con EcoDias. “Soy uno más que junto a
los compañeros teatristas amamos la dramaturgia de Tato Pavlosky” confiesa.
“En Espacio por el Arte en el año 2010 hicimos una obra que se llama La espera
trágica, lo que hicimos fue adaptarla y ponerle La Personalidad de Samuel
Yunque, con los actores Robby Gutiérrez, Jorge Mux, Miguel Bravo, Any Guerrini
y Mariana Cristófaro y la asistencia de Silvana Seewald, y esa es una obra del
Teatro del Absurdo, del año ´61, es la segunda obra de Pavlosky, después de El
Artefacto y que hoy está perdida”, cuenta el director, que vive en Buenos
Aires.
“Tato” Pavlosky es un autor que empieza escribiendo con absurdo, muy pegado con
Pinter y Beckett y en el ´68 comienza con un hiperrealismo con La Mueca, El
Señor Galindez, Telarañas y Potestad, creo que son obras ejemplos de cómo se
escribe y se hace teatro, no solamente desde la calidad de la dramaturgia sino
desde el compromiso político que tiene un autor con su país y con poder
denunciar” apunta. “Por ejemplo con Potestad el robo de niños, los crímenes de
la dictadura o en el caso de Galindez la tortura institucionalizada que hacía
el gobierno de facto. Pavlosky es interminable, tanto sirve para hacerlo con
los talleres de teatro como así también en los grupos de teatro, tiene vigencia
todo el tiempo, por eso hace poco años la Universidad Nacional del Sur le dio
un honoris causa. En Bahía Blanca, lo respetamos y lo queremos”.
Pavlosky y Gambaro ponen en el teatro el tema político según Berenguer, “aunque
todo teatro es político en el sentido de hablar de lo que va en contra de la
calidad de vida que tiene que vivir una persona en este y en cualquier país. En
ese sentido, Pavlosky es un comprometido y al trabajar con hiperrealismo hasta
ha puesto hechos de tortura en escena, es muy difícil, hay que ponerse en la
piel del torturador, tenía una manera de escribir que a veces confundía. Él
escribía la parte humana del torturador, por ejemplo en Galíndez podés escuchar
al torturador sin saber que lo es todavía hablar con su hija con un amor y una
ternura impresionante, hasta te conmueve y esa misma persona luego tortura, te
muestra esa dualidad. Como el autor se para del otro lado para ver la
realidad”.

De títeres y titiritero
“Hombres, imágenes y muñecos” llega a las manos de Berenguer en el 2010, “nos
fuimos a Buenos Aires con la obra La personalidad de Samuel Yanque, la
presentamos en un homenaje a Pavlosky en el Teatro Caliban de Norman Briski ,
ahí me conecto con Jorge Dubatti y me comenta que habían aparecido unas obras
de Tato. En el ´63 había escrito tres obras del Teatro de Vanguardia y una de
ellas era ésta. Quedó girando la idea. El año pasado sale en el tomo 7 de
Teatro Completo de Tato Pavlosky junto a otras obras encontradas en una caja de
Argentores. La leo y me seduce mucho”.
Berenguer describe el teatro físico como el escenario donde el actor es un
instrumento. “Es un teatro físico, tenía experiencia con Claustro, trabajando
con Daniel Dibiase, le propuse la dirección, estamos haciendo la obra en el
Centro Cultural de la Cooperación. Es un teatro donde el instrumento actor pasa
más por lo corporal que por lo textual porque la obra tiene poco texto, dura
una hora y el texto comienza a los 25 minutos. La obra va de que son marionetas
los actores, que hacen un esfuerzo grande por humanizarse y hay un titiritero
que no vemos, quien maneja los hilos. Quién es el que nos maneja los hilos de
estas marionetas que somos nosotros, que a veces nos sentimos: las
corporaciones, los Estados Unidos, ese personaje de varios brazos que está en
el centro de la Tierra. Partimos desde eso, vemos en escena a estos títeres que
están movidos por alguna orden y donde hay un capataz entre ellos, van creando
escenas, son una especie de obreros trabajadores de escenas, donde Pavlosky te
muestra mecanismos de sumisión, de tortura, de amor, de desamor, de miedos, y
hasta de gran ternura con una especie de Gepetto que crea estos muñecos. Todo
esto está hecho al principio con un lenguaje inventado y luego sí empieza un
joven Pavlosky de 29 años que escribe algunas cuestiones que empiezan a
recorrer los años ´60”.
Juan Barreiro, Ramiro Gatti, Silvana Seewald, Cristian Thorsen y María
Fernández Vocos forman el elenco, “con gran capacidad instrumental y con gran
compromiso profesional con el oficio de actor, que realmente es exquisito lo
que hacen, en un nivel de coordinación y de expresión notable”. Junto a
Dibiase, el director bahiense dice haber encontrado un compañero leal y con una
honestidad enorme, tenemos varios proyectos juntos”. Además, destaca que la
obra es “una producción de esta cooperativa de laburo que está gestándose, es
un honor estar trabajando ahí”. El Centro Cultural de Cooperación Floreal
Gorini fue creado por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, es un
espacio que facilita el desarrollo de una intelectualidad crítica con
principios y valores cooperativos, conformada en 1998.
En relación con las devoluciones de especialistas y público, Berenguer asegura
que “aprendo de las críticas, sé soltar las que no sirven al producto, me gusta
escuchar al público, qué vió, a qué le quiso acordar lo que vio y ser honesto
con el trabajo. Fueron muchos jurados de premios a ver la obra”.

SUSPENDIDA POR RECORTES
La obra estaba planeada con puesta en escena en el Teatro Municipal con fecha
para el 14 de junio, sin embargo, por un recorte presupuestario a nivel
municipal se suspendió. El compromiso era el pago de pasajes y estadía por un
día para el elenco conformado por 7 personas.