Mientras el frío insiste, en una
biblioteca popular hay calor de palabras. Escritura creativa para personas
jóvenes y adultas que festejan el encuentro y el aprendizaje entre mates,
lecturas y cuadernos.
“Hicimos dos encuentros en las vacaciones de invierno y ahora extendimos la
propuesta que hacemos cada 15 días”, cuenta Sebastián Albizzuri, el tallerista
de la Biblioteca popular Roberto J. Payró. “Los encuentros duraron dos horas e
hicimos actividades de escritura creativa, un poco de juegos lúdicos en
relación con la escritura y la gente se copó, fueron 25 personas en el primero
y 15 en el segundo encuentro, aunque había anotadas 60 personas, tuvimos que
poner un cupo para poder centrar la actividad. De hecho esta convocatoria
generó que el taller siguiera, queremos darle continuidad hasta fin de año”.
“En algún momento surgió hacer uno para chicos, decidimos que no y hacer
esta prueba piloto para ver cuál es la recepción, cómo funciona y llega a la
gente”. Concurrieron personas entre 16 hasta 70 años, «adolescentes que
todavía están en la secundaria hasta jubilados, fue muy variado». En
cuanto a las razones de una exitosa convocatoria, Albizzuri opina que «la
gente necesita un espacio de encuentro para juntarse a escribir y ponerse esa
presión de escribir, tuvimos concurrentes que ya tiene cosas publicadas y gente
que nunca escribió nada en su vida, la gente quiere escribir, que les den
consignas y también quiere leer. Por eso, abrimos el campo de actividades y lo
que hacemos también es plantear material de lectura con corpus, que no sea la
literatura típica, para que no se recurra siempre a los mismos autores.
Queremos retomar esos autores, que son los escolares, Borges, Cortázar, Martín
Fierro y también lo que se está escribiendo ahora en Bahía Blanca, que es super
interesante, hay autores fantásticos que no se suelen leer y pasan
desapercibidos, planteamos una relación con el contexto actual en tanto
práctica de la escritura”.
Albizzuri es profesor del área de las Letras y dicta clases en secundaria,
«los talleres son una relación distinta con la literatura. En el aula como
docente debemos garantizar ciertas herramientas a los alumnos y exigirles más,
en este caso de los talleres el clima es relajado, no existe esa opresión
podemos jugar mucho más, las personas van mejor predispuestas». Un taller
literario pone en juego la cuestión de juntarse, “la escritura en comunidad, si
bien lo que hay es esta ficción de que estamos juntos todo el tiempo con las
redes sociales por ahí lo que sucede es que uno está aislado. En el taller nos
juntamos, escribimos, leemos los textos con un grupo en disfrute, me parece que
la alternativa es ésta”.
Tomar la decisión de concurrir a un taller de escritura no suele ser muy
sencilla para los más interesados, “en los primeros encuentros no corregimos ni
lo que es ortografía o estilo sino que simplemente vimos los intereses de los
participantes y hacia dónde iban con sus escrituras para empezar a producir
algo en relación con sus propios estilos”. Las dificultades a la hora de
orientar aumentaron por las diferencias existentes entre quienes tienen
experiencia y quienes no. La escritura pasó de lo anecdótico a producciones más
descriptivas y narrativas. «Mi idea es darles una breve devolución y después
corrijo más a fondo, la siguiente instancia es de una devolución personal, de
acuerdo a lo que le interesa, ir probando, no frustrar a la persona con la
crítica, y alentándolos a que escriban y vengan».
Punto de partida
La escritura está naturalizada como un recurso propiamente humano, según
Albizurri es una herramienta de comunicación, “pero no solo eso, es una
herramienta de expresión, sino podemos expresar lo que sentimos también es una
situación de conflicto. Hace muchos años me impactó mucho un texto que me
escribió una alumna de tercero, donde decía esto, no hay lugares de expresión
donde los adolescentes están cooptados por las redes sociales, que son
empresas, cualquier cosa que suban a internet es vigilado”. Por lo tanto, la
escritura se plantea como algo íntimo y de índole personal, “del orden de lo
que no puede ser controlado, entonces escribir es una posible salida, de cierto
escape al sistema de control, por eso es importante hacerlo y hacerlo en
comunidad, como otra práctica de la escritura y de la literatura. La veníamos
pensando como algo más individual, con esta actitud de la lectura silenciosa,
la escritura silenciosa, el escritor en su torre de cristal separado, pensarlo
en comunidad y en situación relajada me parece que es una necesidad actual, por
eso se abren talleres literarios, de historietas, en todos lados. Somos una
ciudad que produce un montón, que por una razón u otra no publica, y necesita
mostrar eso que produce y por eso es necesario hacerlo comunitario”.
La propuesta está en constante cambios, con concurrentes que llegan y otros que
se marchan, por eso el aporte colectivo es variable. «Las opiniones acerca
de los textos leídos todavía son tímidas, tratamos de involucrarlos porque
vemos producciones que son muy interesantes, una vez que se conozcan creo que
van a ser más interesantes y profundos. Por ahora, por una cuestión de cuidarse
y cuidar al otro no hay tanta devolución entre ellos”.
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Valeria Villagra
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> Redacción
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> Difusión en redes sociales
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> Colaboradores
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