“Lo fascinante de la música es que logra transportarnos a lugares y tiempos”,
sumado a recitales que conjugan la historia y el relato literario, la fórmula
develó algunos enigmas universales.
Melodías milenarias de diversas latitudes fueron convocadas en los
recitales llevados a cabo en la sede cultural de la Universidad Tecnológica
Nacional durante todo el año. “Le pusimos música a los enigmas o tocamos la
música que acompañaba a esa época donde se generaron esos enigmas, también con
toda la literatura, las investigaciones y las fantasías que generaron y
generan”, describe Pablo Cáceres Silva, músico e investigador.
Desde el antiguo Egipto, la Isla de Pascua, el mundo maya, la vida en el medioevo,
los tiempos celtas fueron parte de los misterios que se trataron de develar
durante los recitales. Las melodías milenarias que acompañaban los rituales
chamánicos, hicieron de la última presentación un viaje antropológico a través
de la música presentada. Odysea, Totem, Narsilion, Amarillis, Tempo di
Camerata, Cantiga Nova y Gradualis Ensemble giran en torno a Cáceres Silva. “Lo
fascinante de la música, y eso sí que lo tengo que defender, es que tiene una
cualidad que el resto de las disciplinas humanas les cuesta un poco más
encontrar, y es que logra la unidad. Una persona escucha algo y automáticamente
se traslada a una zona determinada, una época, es un viaje que se puede
realizar de forma muy rápida y concreta. Además si a eso se le incorpora un par
de elementos extra musicales el paquete es cerrado, facilitada conocer y
comprender otra faceta del conocimiento humano de que de otra forma puede ser
más largo y tedioso”. Pasar por la experiencia de que una canción, que dura
entre 3 a 5 minutos, nos remita a un sitio distinto muchas veces se presenta
como un resumen de mil años de historia.
La música es la protagonista, “hay un hilo conductor que es el relato que
antecede cada obra, desde el mismo se trabaja la cuestión histórica y de
investigación, siempre con un lenguaje más abierto que no caiga en lo académico
y por ese lado, buscamos que se pueda contar un cuento o leyenda que tenga que
ver con una historia más profunda”. Valiéndose de la mitología como recurso
lúdico, los recitales están presididos y sostenidos a través de las palabras,
“es una forma de contar, y de alguna manera desde la mitología se hacen
cuestiones hasta del inconsciente humano, por eso las leyendas y los relatos
nos permiten profundizar en el poco tiempo que la presentación dura”. Atrapado
el público en esta condescendencia, la música se vuelve el contenido central y
“la cuestión literaria, histórica y hasta anecdótica permite que la gente haga
propia esa música que muchas veces no tiene que ver con nuestras historias y
nuestras latitudes”.
Ambientaciones
El ciclo se concretó en la sede de la Universidad Tecnológica Nacional, “es
un ámbito académico que se mostró interesado en la difusión de la música
vinculada a la literatura y la historia, aunque no descartamos las presentaciones
en otras salas”, aseguró el músico.
Las performances de los recitales son precisas, producto de la tarea realizada
desde la musicología, rama de la música dedicada a la investigación. “Todo
comienza con una canción que me gusta y es el del medioevo, del sur de Francia
y del siglo XII, con suerte puedo tener esa partitura, pero escrita en el
formato en que escribían los trovadores. Primero, tengo que investigar cómo
pasar ese tipo de grafía, la traducción a nuestro tipo de escritura musical, y
después es un trabajo de arqueología, podemos tener 8 compases pero te faltan
notas o falta texto”. El hallazgo musical se ha producido, sin embargo, la
arqueología que involucra la reconstrucción demanda tiempo y paciencia para
construir de nuevo la pieza.
El trabajo de investigación que conlleva la realización, la selección y la
interpretación musical deja la tarea de los grupos con los que comparte Pablo
Cáceres Silva una impronta de años atrás, “lo que se estrena tiene que ver con
indagaciones ya realizadas, casi cerradas, se elige cada comienzo de año qué se
puede hacer para organizar un ciclo”. De esta manera, se realiza una
preparación previa vinculada a la recopilación de información, melodías, en
algunos casos con investigaciones de hace 15 años.
Compañerismos
Los grupos musicales que trabajan en la investigación y en la
interpretación con Cáceres Silva tocan estilos diferentes. El arte musical se
convierte en la historia del hombre, “y es un asunto casi arqueológico que se
realiza con mucha armonía, y esto ayuda muchísimo”. Los integrantes se han
mantenido, en muchos casos hace 20 años reunidos, y van incorporando nuevos
miembros, “si uno lo que está haciendo con tanta seriedad lo acompaña con
alegría, entonces, estás esperando ensayar, y el concierto, para volver a
ensayar”, cuenta entusiasmado.
Otra complicidad se logra con los instrumentos musicales, que salen de su sitio
de guarda para adquirir protagonismo en el recital, algunos son conocidos y
otros, misteriosos.
La mezcla de sonidos de época, los instrumentos creados por diversas etnias y
los más contemporáneos se combinan, “no dejamos afuera la música o las
sonoridades, se puede mezclar lo realizado con un instrumento del siglo XII y
la tecnología de ahora, y eso hace al producto más original, no es una pieza de
museo fría, que se toca tal cual fue, se le incorpora lo nuevo porque si bien
la música tiene cientos de años, las personas que la tocan están viviendo aquí
y ahora”.
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