La muestra estuvo disponible hasta la primera semana de noviembre. El profesional se especializó en paisajes naturales, y esto lo llevó a recorrer gran parte de la geografía argentina.

“Desde chico siempre fui muy curioso con todo lo que significaban otras culturas, lugares extremos y aventureros. Leía todo lo que caía en mis manos al respecto. Esa curiosidad me llevó a soñar con conocer dos lugares que me parecían tan mágicos como inalcanzables, la Luna y la Antártida. En ese momento, en mi percepción estaban a un mismo nivel”, recordó Giagante, quien se desempeñó como contador.

Curioso por lo mágico, relató que “nunca conocí nadie que haya estado en la luna, pero sí varias personas que habían estado en Antártida y siempre me llamaba la atención la misma situación: Todos comenzaban contando lo duro que era, lo hostil del clima y la geografía, las dificultades del aislamiento, pero inevitablemente las charlas terminaban con la mención de que les encantaría volver, que su corazón estaba ahí”. Seguro del magnetismo del lugar, “la Antártida se volvió una obsesión, el lugar al que quería llegar”.

Hacia el objetivo

Participó en dos ocasiones de viajes turísticos de exploración junto con otros fotógrafos. La primera, en el 2014 cruzando desde Ushuaia por el Pasaje de Drake y descendiendo por la Península Antártica hasta cruzar el Círculo Polar Antártico, y la segunda al año siguiente, saliendo de la misma ciudad, con un recorrido mucho más largo. Fueron hacia las Islas Malvinas, las Islas Georgias del Sur, para volver por el Mar de Weddell hasta la Península Antártica, y finalmente, a Ushuaia.

“Muchos sufrieron las condiciones del viaje y el lugar, tanto por el cruce del Drake y la navegación en las aguas más turbulentas del planeta, como también por el viento que no para de soplar, el hielo y la nieve que nos acompañaron en forma permanente y la sensación de real aislamiento y soledad”, subrayó.

Tomando estos elementos las imágenes a lograr marcaron un gran meta: “Siempre busco transmitir en mis fotos mis sensaciones más profundas, por lo que valoré cada una de esas condiciones y las tomé desde el aspecto positivo, para que quien las viera sintiera que me estaba acompañando, viviendo el lugar desde mis sentimientos”. Los lugares y la fauna superaron sus expectativas. “El paisaje cambia a medida que el barco avanza y a su vez se renueva a cada instante con los cambios de luz y clima. Es un verdadero paraíso para los fotógrafos”. El deslumbramiento, la magia, la paz interior y el goce de la naturaleza son las sensaciones transmitidas por las fotos de Giagante.

El mayor intercambio lo logró con otros colegas de exploración, gente de países distintos, y a su vez con mucha experiencia en viajes, lo que hacía que cada charla fuera interesante. “Con muchos seguimos en contacto a pesar de la distancia y logramos visitarnos”.

Proyectos

Habitualmente reparte su tiempo en cuatro áreas, por un lado, dicta cursos on line bajo la consigna Fotografía sin egoísmos. Por otro lado, la planificación y armado de viajes fotográficos con participantes de los cursos, a lo que me gusta llamar Los lados B de las provincias argentinas, viajes para disfrutar los lugares y situaciones desde lo fotográfico y vivencial, tanto en el contacto con lugareños como en el desarrollo de los grupos que viajan.

También, realiza la preparación de charlas y conferencias para encuentros y congresos fotográficos o artísticos, como también para instituciones educativas de todos los niveles, y generan intercambio de saberes. El trabajo de Giagante está publicado en su página web (https://guillegiagante.com/).

“Siempre busco seguir desarrollando mi obra y trabajando en distintos proyectos fotográficos que voy alimentando a lo largo del tiempo, para que algún día vean la luz, sea como muestras, libros, o la forma que cada uno vaya tomando”, destacó en relación con el futuro.

Autor: Redacción Ecodías