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El pájaro violeta
Susurros, poemas y relatos volaron en primavera, la dueña de la magia nos dejó. Los bahienses ya la extrañamos, luego de 30 años de vida dedicados a la educación por el arte, su legado queda en discípulos, alumnos, seguidores y admiradores.
Categoría: Cultura

Susurros, poemas
y relatos volaron en primavera, la dueña de la magia nos dejó. Los bahienses ya
la extrañamos, luego de 30 años de vida dedicados a la educación por el arte,
su legado queda en discípulos, alumnos, seguidores y admiradores.


“Porque el
presente con memoria es mejor”, pregonaron sus pájaros, producto de los
talleres de producciones artísticas en “La Casa del Sol Albañil” y en el Patronato de la
Infancia.

Nacida en
Buenos Aires, fue educadora por el arte, se especializó en la literatura
infantil y juvenil. Fue narradora oral, cofundadora y jefa de redacción de la
revista Vox Arte+literatura y otros simulacros. Dictó cursos en el país y en
Cuba, España y Portugal. Publicó numerosos artículos de su especialidad y es
coautora de las obras “Los nuevos caminos de la expresión”, “Artepalabra” y
“Voces en la poética de la infancia”. En el año 2000 recibió el Premio
Pregonero que otorga la
Fundación El Libro a los difusores del libro y la literatura
infantil y juvenil. Fue homenajeada en el Encuentro Internacional de la Narración oral, de la 37
edición de la Feria
del Libro, el año pasado.


Con dedicación
Colángelo
siempre fue al rescate de autores y teóricos de la literatura, no sólo escribió
sobre ellos, también los compartió, tal cual ocurrió en el taller “De nanas y
tetadas”, con un centenar de madres y sus niños.

Su trabajo en La Casa del Sol Albañil se
extendió a lo largo de 10 años. Dictó talleres interdisciplinarios de Educación
por el arte para niños, jóvenes y adultos junto a Miguel Ángel Carra.
Realizaron muestras, cursos, espectáculos y charlas coordinados por
especialistas de nivel nacional. En el marco de estas actividades, impulsó las
primeras jornadas bahienses de educación por el arte, además, de participar en
jornadas de educación por el arte en todo el país, en 1992.

“Sirva su
recuerdo para mantener su pasión y alegría en favor de construir una sociedad
más amable y más justa”, anuncia el comunicado del Instituto Cultural, al
conocerse la noticia de su fallecimiento. Meracatunga fue el reconocimiento de la Municipalidad de la
ciudad, en las jornadas del receso invernal del año pasado, se trataba de
revivir el mundo de Mirta. “Reconocer, es decir, volver a hacer, multiplicar”.

Inspiró y
materializó el encuentro anual en la
Plaza del Sol, con tres días de actividades y muestra de
trabajos de talleres, escritores, músicos, artistas plásticos y artesanos. Su
tarea fue meritoria en el Patronato de la Infancia, la creación de talleres de lectura y
escritura creativa para 40 chicos, que tenían entre 8 a 15 años, actividades
atravesadas por la plástica. En 2005, se dio inicio a la Fábrica de Libros
Benteveo, espacio en el que los chicos armaban distribuían libros con sus
propios textos, dibujos y collages. Se publicaron Coplas Copleras, La noche es
sueño y Los que vuelan. Estas obras están expuestas en Lemuz, Museo Virtual de
Arte Infantil en Francia, gracias a la recomendación del ilustrador
Claude Ponti.


Inspiradora
En cada
descubrimiento, Mirta Colángelo encontró un campo para descubrir y compartir,
tal cual ocurrió cuando conoció a Les Souffleurs, un grupo francés que
susurraban poesías en ámbitos académicos de París. “Cuando lo vi, enseguida me
di cuenta de que en eso iba a encontrar una varita mágica”, asintió la maga.
“La primera vez que susurré fue en la apertura de una muestra en el Museo de
Arte Contemporáneo de Bahía Blanca. Pinté de negro un tubo de cartón de 1,60m
aproximadamente y yo también, vestida de negro, le susurré a unas sesenta
personas. Cuando salí a la calle estaba muy conmovida. Los perfiles de los
rostros de la gente a la que había susurrado me confirmaban el poder formidable
de la poesía. Denotaban emoción, se distendían, se encendían”.

En su
generosidad en el acto del arte, acercó la idea a docentes de todos los
niveles, bibliotecarios y animadores de lectura. Aún en el 2011, dictó talleres
de literatura infantil para los profesionales del ámbito educativo, narradores
y hasta abuelos, también; poesía para hacerla cotidiana en las escuelas y por
supuesto, la difusión del susurro integrándolo a la plástica.

Generadora de
espacios, creativa, supo concentrar los oídos, cuando en público se disponía a
relatar un breve cuento. La ronda se formaba automáticamente, el silencio y la
espera se hacían presentes para escuchar su voz, y la infancia se avivaba en
cada oyente. En una de sus últimas apariciones, en el mes de agosto, leyó
fragmentos de Galeano, Urondo, Calvino, Martí, Gelman, Pizarnik, entre
otros autores. Esta performance fue montada sobre la música electroacústica de
Ricardo de Armas, y combinó la época dolorosa de los desaparecidos con la
poesía, “para que esta ciudad sea menos olvidadiza con quienes la hicieron y la
hacen más visible”, diría uno de sus pájaros.
Y sí, Mirta, nadie podrá olvidarte por tu magia, por tu impulso y por tu vuelo
violeta.


Susurrando Poesías
(Extractos de entrevista publicada en 2010) Un tubo de cartón, dos personas y un poema. Los elementos necesarios para
trasportarse a lugares soñados, sin moverse del lugar.
Esa es la función de los susurradores de poemas, que susurran piezas literarias
al oído de las personas por medio del “susurrador”, una nueva intervención
artística que llegó a la ciudad de la mano de Mirta Colángelo.

(…) “Mi amigo el artista Juan Lima me contó acerca de una experiencia que se
estaba llevando a cabo en Francia desde el año 2001. Un grupo de artistas
integrado por poetas, músicos, teatreros y plásticos, pensando en la necesidad
de desacelerar la locura del mundo, salieron a las calles de París a susurrar
poesía. Inicialmente lo hicieron en ámbitos académicos pero, dada la buena
recepción, lo popularizaron. Están haciendo intervenciones poéticas, en plazas,
subtes, recitales y en otros espacios”.
El grupo, denominado “Les souffleurs” -susurradores- utiliza tubos de cartón o
de fibra pintados de negro de un metro sesenta de largo aproximadamente. Ellos mismos
se visten de negro y a veces se ponen sombreros y usan grandes paraguas debajo
de los cuales les susurran a los niños.
“La idea me pareció fascinante. Desde fines de ese invierno empecé yo también a
susurrar. La primera vez lo hice en la apertura de una muestra en el MAC. Dado
que coordino talleres de poesía en la ciudad y en todo el país, decidí acercar
la idea a otras personas. Fundamentalmente lo hago con docentes de todos los
niveles, bibliotecarios y animadores de lectura”.

Susurrar para soñar
La acción de susurrar es, según Mirta, la pretensión de ralentizar el
tiempo. Una irrupción poética en el espacio público invita a detenerse en este
mundo apresurado para disfrutar de la palabra. Y dado que en esa ceremonia
íntima se establece un vínculo lúdico entre el que susurra y el que es
susurrado, la posibilidad de llegada aumenta, genera placer y enciende el deseo
de tomar contacto con otros textos poéticos.
Inasible, indefinible, la poesía es un modo de conocimiento que elige o permite
una forma de aproximación oblicua hacia lo que convenimos en llamar mundo.
Desconfía del razonamiento, se opone a las demostraciones, las explicaciones
que se dan no la manifiestan. Está emparentada con lo abierto, con la
posibilidad.
La elección de los poemas para susurrar es personal. Quien se haya decidido a
susurrar seguramente es un buen lector de poesía y sabrá seleccionar.
La única condición es elegir textos breves y de ser posible susurrarlos de
memoria. “Pero ha sucedido que muchos de los que susurran inventaron
interesantes estrategias: un grupo de muchachos de San Nicolás agregó a los
susurradores una especie de pequeño atril de alambre donde ponen los textos y
pueden leerlos. En muchos espacios donde se trabaja con niños las producciones
de los talleres de escritura creativa, coplas, poemas breves, son las que se
susurran”.

Susurros viajeros
Le consultamos a Mirta hasta dónde ha llevado sus susurros y transmitido
esta experiencia que cuando te llega, no se olvida: “En estos años he recorrido
parte del país y en los encuentros de capacitación que he coordinado siempre
llevé mi susurrador e invité a los participantes a sumarse a esta práctica.
Muchas veces llevé susurradores de regalo que siempre fueron recibidos con
alegría”.
Ha susurrado en muchos espacios de la ciudad, en escuelas y jardines, en ferias
y mercados, a los taxistas y a músicos callejeros, en ferias del libro, por
compartir algunos.
Ha realizado intervenciones poéticas en seminarios y congresos nacionales e
internacionales en las que participaron grupos numerosos integrados por hasta
50 susurradores.
“Las experiencias vividas son muchas; las anécdotas, riquísimas. Estoy llevando
un registro con la intención de hacer una publicación agregando las formidables
imágenes que estoy recibiendo. En cuanto a la recepción puedo decir que la
gente acepta la invitación de ser susurrado, agradece; las caras denotan
emoción, se distienden”.
(…)



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2012-10-01 09:01:00
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