Días atrás estuvo en Bahía la periodista e investigadora Judith Gociol, coautora de los libros La historieta argentina, una historia, Un golpe a los libros y Cine y dictadura, entre otros. En la ocasión realizó una charla bajo la consigna ¿Dónde está Oesterheld? en el marco del cincuentenario de la publicación de El Eternauta.
Se publicó por primera vez en el 57 y si bien Solano López, que es el dibujante, dice que él no tenía la magnitud de lo que estaban haciendo y que se sorprende al ver con el tiempo lo que eso provocó, era una historieta que tuvo una excelente recepción en el momento, comentó Gociol a EcoDias acerca de la historieta creada por Héctor Oesterheld.
La periodista destacó que la publicación después cobró otros sentidos también porque se consolidó como una de las mejores historietas de Argentina. Oesterheld hizo toda una línea de modo de escribir guiones que fue escuela afuera y además El Eternauta tuvo diferentes etapas.
En esas etapas estaba muy implicada la personalidad de Oesterheld y su pensamiento que fue evolucionando de humanista en un sentido amplio hacia uno mucho más militante y unido al peronismo revolucionario que es al que se termina afiliando y sus hijas a través del movimiento montonero, explicó.
La autora afirmó que las dos versiones que hay luego del Eternauta tienen un mensaje mucho más dirigido a que el malo está en las grandes potencias, que quien salva es un grupo pequeño y no un héroe colectivo, o sea todo mucho más ligado a la ideología que estaba atravesando Oesterheld que militaba y escribía al mismo tiempo.
Es casi un reflejo de su vida, hay lecturas que se hacen obviamente a posteriori que tienen que ver con una sensación de fracaso o de la desaparición, hay personajes que desaparecen sin que se sepa muy bien cómo
Bueno, Oesterheld termina siendo un desaparecido, fue capturado por la junta militar, estuvo preso clandestino en varios centros de detención y aparentemente lo matan de un disparo hacia el año
Golpe a la cultura
Gociol investigó junto a otros colegas la censura en la literatura durante la dictadura y ahora trabaja en una línea similar sobre el cine.
En este sentido, descubrió que la represión en estas áreas fue diferente porque el cine era una industria mucho más fuerte, con muchísima más llegada popular, si bien el universo lector era muy grande, existía por ejemplo un ente de calificación: la censura estaba institucionalizada. La censura de libros también estaba institucionalizada pero no había un lugar adonde uno se remitía, aunque hay oficinas, documentos y funcionarios que prueban que no fue una cosa azarosa sino un plan sistemático, dijo la periodista.
En el caso del cine la censura estaba instalada y aceptada como un mecanismo de la industria y según Gociol eso no pasa con los escritores.
Dentro del Ministerio de Educación había una oficina en la cual los manuales tenían que ser aprobados para poder circular, eso pasó en todas las épocas. Y hubo una escritora que conocí que aceptó modificar su versión del libro y me lo contó como una actitud absolutamente vergonzante, se sintió mal, es algo que no se perdona
cuando hablé con Graciela Cabal -que en ese momento trabajaba en el Centro Editor- contó que ella personalmente había quemado libros y lloraba cuando lo contaba. Cualquier director de cine admite que fue a negociar con Tato la censura y lo ven como parte de la cosa
, finalizó.
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