Bahía Blanca, año 1925, un inmigrante italiano con cinco hijos, dos de ellos nacidos en Argentina, construía en la afueras de la ciudad la casa en la que iba a vivir con su familia. ¿Sabría que estaba haciendo arte?
El arte en la construcción está obviamente ligado a la arquitectura, pero en nuestra ciudad hay obras que nos muestran otra alternativa.
“Mis padres italianos, de la provincia de Udine, vinieron el año 13 con tres hijos. Claro, la guerra empezó el 14, vinieron a buscar trabajo, a buscar mejor vida. Llegaron a Buenos Aires, estuvieron en el Hotel del Inmigrante, a él lo trajo a Bahía Blanca un constructor, se llamaba Gerardo, lo acomodó a papá en calle Güemes, tenía un horizontal, como le digo yo, un conventillo. Lo puso de encargado y trabajaba de albañil. Yo nací en el año 18 y estuvimos ahí hasta el año 25, que mi papá hizo las casas y vinimos a vivir acá…”
Juan Bautista Prenassi es el artista silencioso, sin voz, ni conciencia estética, representante del arte de la albañilería. Construyó cuatro casas, una fuente en el Parque de Mayo y colocó las miles y miles de piedritas que adornan la vereda y las plazoletas del Teatro Municipal.
¿Por qué son tan especiales las casas? Principalmente porque sus fachadas nos muestran la conjunción de distintos estilos de arte como son el mudéjar, gótico y romano y están construidas por una persona que no tenía nada que ver con el arte, ni mudéjar, ni gótico, ni romano. Una combinación que es muy extraña y muy bella. Esas casas formaron parte del patrimonio arquitectónico de la ciudad (hoy solo queda la más antigua) y también pueden funcionar como un testimonio de la inmigración en la argentina. Venían a buscar mejor vida, y construían su propia historia como se construye una casa, ladrillo sobre ladrillo.
“Mi papá hizo la casa ‘La Margarita’ (Zapiola al 900) para vivir y de a poco fue haciendo estas otras tres casas (Perú al 300) en Bahía Blanca… Acá no había luz eléctrica, en la esquina de Santiago del Estero había un farol, era todo tierra. Perú era la última calle y después era todo quinta hasta la calle que ahora es Aguado. Yo mojaba los ladrillos a los 11 años, 12. El estilo de las casas… mi papá hacía los dibujos en casa y él tenía, me acuerdo, un librito que trajo de Italia en donde venía algo sobre estilos de construcción y esas cosas, él los sacaba de ahí. Construyó la fuente del Parque de Mayo, porque un constructor lo mandó a él, y también hizo la vereda del Teatro Municipal, todas piedritas, el dibujo se lo dio un ingeniero… Si vos un día vas a ver, es todo un dibujo”.
La voz que nos cuenta esta historia es la de su hijo Wilson Prenassi, el menor de los 5 hermanos que ahora tiene 87 años y vive en Perú al 300 en una de las casas que construyó su padre. La Margarita -así se llama la casa- está en Zapiola al 900 (en honor a Margarita, esposa de Juan Bautista y madre de 5 hijos) y es la única que todavía nos deja ver los hermosísimos detalles de su construcción. En donde estaban las dos más grandes ahora luce un gran edificio verde de esos que abundan en el Barrio Universitario.
En el Parque de Mayo, muy cerca del famoso monumento de La Loba, podemos ver una fuente de piedra, que durante mucho tiempo estuvo sin agua y hace unos años que funciona como nueva.
Para observar y tener en cuanta: tantas veces pasamos por el Teatro Municipal y pensamos que detrás de las grandes columnas, de las escalinatas y las grandes puertas está el Arte. Sin embargo, no nos damos cuenta que mientras caminamos, estamos pisando tamaña obra de arte. Caminamos por las calles sin cuestionarnos nunca quién construyó nuestro espacio público. ¿Quién hizo la mezcla con proporciones perfectas (o imperfectas) que llena nuestra vista?