Se puso en escena «La
Perengana», una obra colectiva que invita a reflexionar y discutir los
modelos estereotipados de la mujer. Una propuesta de teatro debate de la mano
de la Asociación civil El Nido y Mujeres por Villa Mitre.
“Esta es la tercera función de un ciclo en el que
fuimos convocadas por la asociación civil El Nido, que trabaja en protección de
las niñas y niños violentados” dijo a Ecodias la directora de la puesta,
Jorgelina Alioto. “Esta iniciativa que tuvieron consistió en buscar un tema que
hablara en algún punto de la violencia cotidiana y que apuntara a la violencia
contra las mujeres” agregó. La invitación estuvo vinculada a que las
integrantes de NIDO fueron a ver la obra cuando fue presentada.
Momento de creación
“La obra nació hija de un taller de teatro que se hizo en 2015, daba clases
de teatro y espontáneamente quedamos fijas junto a cuatro alumnas. Como la idea
del taller era hacer una puesta y trabajo desde la voluntad, el deseo y las
ideas propias de los alumnos, de los talleristas y de los actores o las
actrices que participan. Entonces, empezamos a tener esta discusión y debate
entre nosotras sobre qué tema queríamos hablar y como éramos todas mujeres
empezamos a cuestionarnos sobre nuestro ser mujer” describió Alioto sobre la
primera etapa de creación. El posicionamiento no fue una cuestión natural,
“sino más bien desde la visión cultural o genérica donde nos posiciona la
sociedad y ahí aparecieron estos estereotipos, también a raíz de un libro que
leímos, que son la bruja, la puta, la tonta y la santa. Son llamadas las cuatro
mujeres de Dios porque son los estereotipos más antiguos en los que se
posicionaba la mujer. A partir de ahí, de esa idea muy general, nos empezamos a
preguntar dónde están esas mujeres cotidianamente”.
Agustína Otazu, Griselda Carassou, Lujan Puricelli y Paulina Dei Cas Alarcia
son las mujeres que están en escena para caracterizar los arquetipos de la
puta, la santa, la tonta y la bruja. “Caracterizamos a los personajes muy
estereotipados pero que viven situaciones muy cotidianas, empezamos a generar
escenas, qué nos parecía que podían vivir esas mujeres. Con las herramientas
del oficio de teatro fuimos configurando escenas teatrales, fuimos armando los
textos y fuimos dando un talle y una razón para que estas mujeres se encuentren
y decidan hacer esta suerte de actuación, exorcismo, despertar de los
estereotipos hacia quiénes somos realmente. Los cuerpos se encuentran y hasta
que empiezan a trabajar juntos tienen que hacer todo un proceso, por eso a mí
me gusta mucho generar obras con gente que viene entrenando junta, porque eso
da otro enriquecimiento desde lo personal, desde la confianza y desde las ideas
también porque quieras o no si vos te vas vinculando con las personas aunque
sea por contraposición empezás a blanquear cosas”. Las actrices están
vinculadas «con lo que a ellas les pasa, si bien hablan de otras personas,
las escenas tienen que ver con su cotidianeidad, con lo que ellas han vivido
como mujeres, estar ya aquí haciendo una reflexión, haciéndola carne.
“Fue muy lindo cuando empezamos a discutir sobre la obra, porque había
posiciones muy encontradas, y de hecho todavía las hay y las disfrutamos mucho
en cuanto a cada función nos estamos replanteando estas dudas, interrogantes o
diferencias que tenemos, sumando los planteos del propio público, porque muy
deliberante”.
Perenganas
Bajo el anonimato de la perengana, los arquetipos
suben a escena, “presentamos la función como teatro, la gente fue a ver la
obra, hicimos un ciclo el año pasado y Nido nos planteó esta idea de ver qué
pasa con la gente al ver este trabajo, qué les sucede desde la identificación o
desde la distancia. Fue muy interesante lo que ya sucedió en las funciones
anteriores, la posición de las distintas edades, de los distintos géneros, de
la gente que participó”. El Nido orientó el debate, posterior a la puesta,
desde un posicionamiento institucional de la problemática de la violencia
familiar, puesto que la organización asiste a la mujer maltratada, al hombre
violento, a niños y adolescentes víctimas y testigos de situaciones de
violencia familiar, su accionar incluye una tarea educativa y preventiva en las
escuelas, centros comunitarios y otras instituciones.
Respecto a la formación actoral de las participantes, Alioto afirma que el
grupo que actúa es variado en cuanto a la experiencia teatral, «algunas
venían de las danzas, otras venían del teatro pero hacía mucho tiempo que no lo
ejercían, otras estaban haciendo algo, por la forma de trabajar teatralmente es
la primera experiencia de este tipo de teatro, más relacionado con un cuerpo
vivo, con una idea más social y más popular del rubro. Siempre es un aprender
otra vez”.
La experiencia de compartir la obra es calificada por la directora como “hermosa,
que culmina ahora pero creo que es nuestro deseo continuar con esta práctica de
conversar con la gente que está del otro lado ese día, el día de la función.
Qué es lo que les sucede, qué es lo que les mueve. Para mí el teatro, para
nosotras, es un eje de reflexión social, personal, histórica o no”.
Alioto apunta a que “queremos que el teatro llegue con el objetivo de atender a
las cosas. Tomamos los estereotipos, por momentos puede ser en un aspecto
burlón y hasta peyorativo y doloroso. Cuando hablamos de la puta hablamos de la
mujer que está condenada a trabajar o a ser un pedazo de carne, entonces en esa
posición extrema abordamos el tema. Sin golpes bajos para nada, es una mujer
que siendo eso también es una mujer, dentro de esa violencia que tiene hacia sí
misma empieza a replantearse su vida personal, ahí viene el trabajo. Tanto la
puta, como la bruja, la tonta y la santa no son mujeres, son los estereotipos,
es el aspecto más peyorativo, es ese que nos hace detestar el personaje porque
es eso que no queremos ser”.
“La bruja es una profesional, una mujer exitosa pero que aún así tiene que
salir a buscar trabajo. Es una mujer extremadamente formal y fría. La santa es
una mujer muy religiosa, muy reprimida. La representación de ese ser buena a
tal extremo que te hace desaparecer, porque para ser buena comenzás a no hacer
nada o dejás que te hagan lo que sea porque total sos buena, entonces a
borrarte, a desaparecer. Y la tonta es una mujer bastante grosera y por sobre
todo muy aniñada, la tonta no creció pero al mismo tiempo ya es grande por lo
tanto se volvió un poquito siniestra, abusa de esa infancia que tiene”.
TEATRO DEBATE
“La Perengana. Bruja, Puta, Tonta y Santa” es una
creación colectiva flexionando y y reflexionando sobre “la condición humana y
las muy humanas mujeres”. Presenta estereotipos que nos cuestionan sobre las
convenciones sociales, las verdades personales y la absurda cotidianidad. La
jornada fue organizada por la Asociación civil El Nido y Mujeres por Villa
Mitre y el escenario fue el Teatro ATS.
Actúan Agustína Otazu, Griselda
Carassou, Lujan Puricelli y Paulina Dei Cas Alarcia; bajo la dirección
de Jorgelina Alioto.
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