La gran fiesta de las colectividades empezó con un abrazo solidario a Ingeniero
White, acalorados bailes y mucha música, comidas típicas y gente, en reposeras,
con mates y ganas de disfrutar de las semanas previas al aniversario de la
localidad.

«A todos los habitantes del mundo que quieran habitar el suelo
argentino» invitaba la Constitución Nacional de 1853. El aluvión
inmigratorio de las primeras décadas de 1900 fue determinante para la
construcción de la identidad cultural de Argentina. El Día del Inmigrante se
estableció en Argentina en 1949 con el propósito de recordar la disposición
dictada por el Primer Triunvirato en esa fecha de 1812 que ofreciera “su
inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias
que deseen fijar su domicilio en el territorio”.

Monumental
El día comenzó con el acto oficial, con la presencia del intendente Gustavo
Bevilacqua, el jefe de Gabinete Roberto Ércoli, el secretario privado del jefe
comunal Martín Laplace, Ángel Miche y Susana Rusconi, representantes de la
Dirección Nacional de Migraciones y Rodolfo Vieli, presidente del Centro de
Colectividades Extranjeras. La conmemoración se realizó al pie del monumento al
inmigrante, en la intersección de Brown y Guillermo Torres. Se sumaron a los
festejos representantes de las instituciones locales, como así también,
autoridades de los consulados, las Fuerzas Armadas y de seguridad, miembros
eclesiásticos y Veteranos de la guerra de Malvinas. En ese momento, empezaron a
izarse banderas de España, Italia, Alemania, Cuba, Grecia, entre otras
nacionalidades.
Con la intención de reivindicar la historia de Ingeniero White, bahienses y
whitenses realizaron un abrazo solidario. Cientos de paraguas se abrieron bajo
el sol de las 16 horas, cubriendo las veredas de la calle Guillermo Torres,
subiendo al Puente La Niña y cerrando filas sobre el ingreso al Barrio
Boulevard. Niños, adultos y ancianos llegaron en colectivos, giraron con sus
paraguas un buen rato, con gran disposición para homenajear a sus antepasados.
Una vez ubicados, con los brazos extendidos en señal de vecindad, saludaron al
dron que recorrió la formación acompañado por las sirenas de las empresas y los
bomberos. De esta forma, el momento quedó filmado para futuras generaciones, en
una celebración inédita en tecnología de punta. El logro de esta actividad está
en la presencia y organización de los Bomberos Voluntarios de la localidad, la
Murga del Club Comercial, Envión El Saladero, Grupo Scout Ernesto Pilling,
entre otras fuerzas vivas y vecinos que se ofrecieron voluntariamente.

Escenario
El abrazo culminó con un baile callejero de canzonettas italianas y caminadoras
de zancos con boinas y pañuelos, que por unos minutos cortaron el empedrado y
la calle principal de White. El desfile congregó la alegría de compartir.
Aplausos, griterío y ritmos alentaron el movimiento de los participantes. Los
asistentes se concentraron en el escenario del anfiteatro Tulio Angelozzi. Una
vez despedidos los músicos callejeros continuaron los espectáculos musicales en
las voces de las bandas y solistas Bien Arriba, Ópera Libre, Rosana Soler y
Sarita Cappeletti, Charly Salamida, La Cigarra, Asombro, Quién Toca y Los
Turitos. Mientras tanto, era posible recorrer la feria de artesanos y la carpa
con delicias de las colectividades, que más tarde ofrecieron el espectáculo de
sus bailes típicos con las coreografías de la Unión Vasca, el Centro Helénico,
la Sociedad Italiana, el Grupo Independiente de Adultos mayores, la Sociedad
Sirio Argentina y Waira Pampa. Finalmente, la invitación a un gran baile
popular y familiar dejó gran polvareda en el aire.
El domingo continuó el festejo con las murgas Los Portuarios, Buscando Stylos,
Los Rumberos para engalanarse con el aporte del Centro Cultural Peruano, el
Centro Gallego. Más baile llegó con la segunda entrega de Waira Pampa, la
Pastoral Migratoria y Salsa Adultos. Se anotaron la participación de Alto
Punteo, La 500 Rock, Raíces de Limón y La Masturbanda, como grupos musicales.
Los solistas fueron Florencio Lupo, Florentina y Los Inmigrantes y gran cierre
en la voz interpretativa de Nora Roca, cantante de tango oriunda de Ingeniero
White.
“Muchos italianos se agregaron a los españoles que ya habían llegado, además de
griegos, croatas y otros provenientes de otras partes de Europa. Así se fue
formando este pueblo cosmopolita, de familias formadas por parejas de distinto
origen, que pusieron en común sus distintas maneras de divertirse, de cocinar,
de cantar, de bailar, de valorar la vida. En la segunda mitad del siglo XIX, la
crisis económica en Europa y en Asia, expulsó a buena parte de su población hacia
América. El puerto de Buenos Aires los recibió en primer lugar y luego, se
dirigieron al interior del país. Con los años, la ciudad ensanchó su cultura
con el aporte de chilenos, peruanos, cubanos, alemanes, suizos, franceses, por
nombrar algunos”, aseguraron los organizadores al momento de la apertura sobre
el escenario.
Dice un antiguo chiste que los argentinos descendemos de los barcos. Una verdad
contada en forma de síntesis, la masa inmigratoria aportó sus costumbres, sus
oficios, sus comidas, las canciones de sus ciudades natales cantadas a viva voz
en los patios, entre cordeles de ropa y arreglos de zapatos o barridas de
veredas en las madrugadas. Llegaron y se quedaron. Llegaron y se asimilaron.
Buscaban paz y pan, y el territorio se convirtió en su propia tierra, ahora de
nietos y bisnietos que tienen la memoria, la impronta y la capacidad de
trabajo, de construcción y de creatividad para darle continuidad a la vida de
la ciudad, del puerto, de las universidades, de los comercios y las industrias.