La XXVI Fiesta Nacional del Camarón y el
Langostino llenó el patio del anfiteatro, las carpas de olorosas cazuelas y
paellas, el recorrido de los artesanos y hasta los vecinos hicieron visitas
espontáneas al Museo del Puerto y al Museo Taller Ferrowhite. Una fiesta de
Pascuas que cumple y supera expectativas cada año.
Si usted fue a Ingeniero White y compró una porción de cazuela, sepa que eso ha
sido parte de 60 kilos de tubo de calamar, 10 de langostino pelado, 5 de camarones
pelados, 5 de almejas, 5 de cholgas, más una bolsa de cebolla y 2 cajones de
morrones. ¿De qué dependió el sabor de semejante manjar? De casi 30 años de
tradición culinaria, experiencia social y laboral de la gente del puerto.
Porque su historia y proyección ha sido tan difícil como cocinar una cazuela
para 20 mil personas.
Anfiteatro
Cuatro días de fiesta habían adelantado desde la Sociedad de Fomento de
Ingeniero White. La actividad estuvo centrada en las calles Guillermo Torres y
San Martín y contó con el trabajo de los clubes Huracán y Comercial, sus
integrantes revolvieron la olla para deleitar a los visitantes.
El escenario se colmó de músicos bahienses, Fondo de Quique, Mejunje, Fabio
González, la Banda del Nano, Polaroid, Pibes del Portón, Tachame la Doble,
Batucada Bagunca, Turiitos, tandem, Palito Corbera y los Marca Cañón, Attitude,
Zelen Rock, Pecadora, Zoom, Sudestada Big Band, Kaiser Carabela, Grupo
Universitario, fueron los grupos locales que ofrecieron sus shows desde el
rock, lo melódico hasta la música popular. «En un esfuerzo totalmente
local», aseguró Andrea Cardone, presidente de la sociedad de fomento.
El jueves tocaron Los Malvineros, folklore a la memoria de los veteranos y
caídos de Malvinas. Los Totoras y su cumbia se presentaron el viernes a la
noche, despertaron el baile familiar y los coros. Finalmente, cerraron el
festival los internacionales Non Palidece, con una gran convocatoria juvenil.
Además, se acompañó con grupos infantiles, feria artesanal y recreación con
juegos.
Tradición
La historia de la cazuela gigante se remonta a fines de 1989 en el Muelle
Nacional. La iniciativa fue tomada por los inmigrantes que conformaban la
población whitense. Esa jornada de fiesta compartida supo multiplicarse durante
todos estos años.
«Para saber cuánto pescado hacía falta, la cocinera pidió que
multiplicaran los ingredientes de su receta para pasar de 10 a 20.000
porciones. A la hora de revolver hubo que incentivar un nuevo utensilio de
cocina: el cucharón pala», cuenta la revista Rompevientos, publicación del
Instituto Cultural. «Durante las largas cocciones, el cucharón se mueve de
lado a lado, de arriba abajo en las ollas gigantes de la cazuela o la paella.
Además del cocinero principal, hay varios ayudantes que vuelcan los ingredientes,
sabiendo cuáles son los sectores de la olla más aptos para los distintos
momentos de la cocción». Ayer 3 mil kilos de leña producían la magia, hoy
los tubos de gas son los mayores apoyos que producen el logro.
Cornalitos, rabas, entretenimiento, las tardes y las noches de White se
vistieron de música y la gente se sumergió en la tradicional convocatoria con
naturalidad. El paseo artesanal fue un éxito y los juegos promocionados en
diferentes horarios hicieron que los más jóvenes se sumaran con alegría.
De sabores whitenses
«Fui los 4 días, me divertí con el samba, la feria estuvo bárbara».
Agustina, 16 años.
«Comí cazuela y rabas como todos los años». Aldana, 18 años.
«Vinimos a compartir con amigas y a bailar con Los Totoras».
Gabriela, 46 años.
«Trajimos a la familia a compartir la tarde, mis hijos se fueron a los
juegos y nosotros, tomamos mate, nos vamos a ir con una bandeja de
cazuela». Juan Carlos, 50 años.
«Yo no me la pierdo, me encanta». Charo, 18 años.
«Aprovechamos esta venida y ahora cruzamos el puente para visitar ese
castillo». Alberto, 62 años.
«Estuvimos en el Museo del Puerto, y nos encaminamos a dar unas vueltas al
puerto». Eugenia, 35 años.
«Comimos rabas, esperamos esta fiesta siempre para hacerlo». María
Amelia, 41 años.
«Por suerte, el clima acompañó y los días están bárbaros para pasear».
Elisa, 30 años.
«Una fiesta más, y nos quedamos para cantar con las bandas de White, viva
White». Nicolás, 39 años.
«Las delicias de cazuelas y paellas siempre nos hacen venir, recorrimos poco
pero ahora nos vamos a comer a casa en familia». Hugo, 53 años.
«Estamos esperando el reggae del final, Nonpa es lo más, una suerte que
los traigan a la fiesta». Fernando, 24 años.
«Es muy bueno que en la fiesta vengan a tocar las bandas locales, eso me
gusta, un espacio para que lo nuestro se muestre». Agustín, 22 años.
«Llegamos temprano, recorrimos y los artesanos me llamaron la atención,
muy lindos trabajos». Juliana, 29 años.
«Ya es tradicional darse una vuelta por la Fiesta del Camarón y el Langostino,
es la fiesta esperada». Juan José, 44 años.
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