La actividad cerró a su ritmo en el
Museo del Puerto. Julieta Rausch y Milagros Bilbao, integrantes de la
institución municipal hablaron con EcoDias en el momento del balance de fin de
año.

«Hubieron propuestas educativas como ´Buscar e imaginar´, actividades para
jardines de infantes y nivel primario. ´200 años: 4 objetos´ para chicas y
chicos de escuelas secundarias, también realizamos caminatas. También hubieron
recorridos generales, ha venido PAMI dentro de su proyecto cultural Recorridos
culturales, que vinieron todos los días jueves. Articulamos con la Secretaría
de Turismo, que traen sus contingentes organizados», comienza a recordar
Julieta Rausch, encargada del área archivo del Museo.

Plenitud
Desde la visita de estudiantes de Historia del Arte de la Universidad de La
Plata, junto a la docente Marcela Andruchow de la materia Museología I y II
hasta el Festival de Poesía Latinoamericana o las mil formas de hacer circular
las recetas de una Cocina tan laboriosa, todos los eventos fueron parte de las
propuestas de la institución comunitaria. “También formamos parte del festejo
del Día del Niño en el barrio Saladero. Las vacaciones de invierno nos
encontraron trabajando con la Escuela N°70 de Loma Paraguaya, con muchas
instancias previas que finalizaron con dos talleres a cargo de pescadores
locales”, completó Rausch.
Los fines de semana de chocolate y torta “fueron una fiesta de cocineras,
músicos, grupos de trabajo, las colectividades que pasan a lo largo de todo el
año”. La última de las actividades fue la festividad de San Silverio, que
excede lo religioso, desde el año 2012 el Museo participa también invitando a
un grupo de músicos a tocar en el muelle, mientras se espera la llegada del
santo. “Desde entonces, la procesión incorporó un paso más a su ritmo habitual:
previo a seguir en procesión de vuelta a la Parroquia, el grupo que acompaña a
San Silverio frena un instante para compartir una canción. Se trata siempre de
un tema musical relacionado con la densidad de su historia. En este caso la
tecladista Sarita Cappelletti recuperó el Himno a San Silverio, que algunos
escucharon por primera vez, en una tarea de recuperación de un trozo de la
historia local”.

Ciclos
“Del aula a la cocina” hizo que la historia se comprenda y se discuta no sólo a
través de textos y discursos sino que se puede pensar a través de todos los
objetos que nos rodean, porque la historia es concreta y material. “Que una
torta supone un cuerpo que la hace, la comparte y otro que la va a comer. Los
cuerpos en acción son los que mueven los procesos históricos. Que una torta
supone un momento de encuentro y alegría y ese también es un modo posible de
abordar la historia”, agrega Milagros Bilbao, responsable del área educativa.
Este año se propusieron tres tortas históricas. La primera se horneó para el
aniversario de la ciudad, combinación de sabores de la mano de Silvia Gamero y
Nancy Clementis, docentes de la Escuela Técnica N° 1. La segunda tuvo sabor a
manzana para celebrar el aniversario de Ingeniero White; el 26 de septiembre
convocó a la cocinera Margarita Marzocca y las docentes de la Escuela
Secundaria Mosconi, Gabriela Rodríguez y Natalia Schnaider que aseguraron que
la torta representaba la etapa de la fruta en el puerto. Finalmente, María
Celia Vázquez, profesora de teoría y crítica literaria de la Universidad
Nacional del Sur, cocinó una delicia bomba que permitió pensar el movimiento
peronista.
Los músicos que se presentaron cada domingo fueron sujetos de indagación
histórica. “Es por eso, que el Museo empezó el ciclo Del colectivo a la cocina,
entrevistas en torno a músicos que trabajan en un modo no convencional tocando
su repertorio sobre los colectivos. Tres de ellos fueron convocados a tocar su
repertorio en la cocina, además de registrar sus experiencias, saberes
particulares a través de entrevistas orales y registro fílmico” sumó Bilbao.
Las preguntas giraron en torno a reconocer qué saberes particulares incluye
tocar la guitarra en el pasillo de la 500 o cómo se adapta la voz para cantar
en los colectivos a diferencia de la Cocina, cómo es la relación con el que
escucha. Estos gajes del oficio fueron contestados por los músicos Diego Prada,
Esteban “Colo” Viala Lozano y Marcos Gómez.
Y la música es un eje central del Museo, se realizaron tres encuentros del
ciclo Del Garage a la cocina, “fueron convocados músicos que están fuera del
circuito comercial. En su segundo año, proponemos consolidar al Museo como un
espacio que fomenta la participación y el encuentro de bandas y jóvenes de la
localidad. Por otra parte, convocamos no solamente a bandas whitenses sino
también a otras para lograr un público renovado a la institución.
Conceptualmente, el ciclo sostiene que la cocina es un espacio privilegiado del
Museo para pensar la produccción de la vida cotidiana, en una esquina del
Boulevard, la producción macro” explicó Bilbao. “Pasó que llegaron muchos
chicos y chicas que no conocían el museo. Pasó que en las salas los visitantes
tenían remeras de los Ramones, Motorheäd, o la camiseta de Argentina. Pasó que
se cantaron canciones, se bailó, se armó un mini pogo. Y todo eso pasó, porque
el museo siempre tiene un oído en el presente y eso implica ahora -entre otras
muchas cosas- escuchar rock, pensar en todas las bandas que se mueven, su organización,
sus públicos, y la posibilidad de entablar un diálogo con todas ellas. Porque
un museo comunitario, que es a su vez, una parte del Estado, así con la
potencia de estos cruces y los desafíos que implica es como quiere construir lo
público”.