Stop motion se puso de moda, la técnica que combina fotografías y objetos para
construir un corto, permite a pequeños y grandes desplegar las capacidades
creativas.

«La técnica consiste en animación a través de fotografías. Lo que
tiene stop motion es que le podés dar vida a objetos inanimados», cuenta
Magalí Agnello en charla con Ecodias. La tallerista que comenzó su pasión por
el stop motion en la secundaria, destaca que «es muy amplio, podés hacerlo
con lo que quieras, puede ser con objetos, comida o incluso personas. Es
posible combinar muchos elementos, hay stop motion de dibujos y también se hace
aparecer la mano de quien dibuja, hay uno que circula por internet y es como el
juego del pacman y el fantasma, que tienen agregados y están
reversionados».

Cuestión de paciencia
«La técnica es muy sencilla, también depende de la paciencia de cada uno.
Hay chicos que empiezan el taller a mitad de año y la primer clase pueden hacer
uno». Agnello se contagió de la técnica en Polimodal, cuando «un
profesor que nos daba alguna materia tipo audiovisual nos enseñó la técnica y
como aparte yo ya estaba con la fotografía, me llamó la atención».
La experiencia del taller dictado en la Biblioteca Rivadavia está dirigido a
niñas y niños de 8 a 14 años, «lo estoy dando desde hace 4 años, me
acerqué a la Biblioteca para dar un curso de fotografías para niños, en ese
momento no sabía tanto de fotografía ni cómo dar clases, era una propuesta muy
generalizada, los chicos no se habían enganchado tanto y entonces pensé en dar
la técnica stop motion, el resultado de ese día fue tan bueno que me dije esto
tiene que ser un taller».
En sus orígenes el stop motion se vincula con el séptimo arte, en 1910 llegan
los dibujos animados y las películas de marionetas, uno de sus pioneros fue el
español Segundo de Chomón, que la recreó en dos películas «La casa
encantada» y «El hotel eléctrico». Se conoce también el
antecedente de la mano de Ladislaw Starewicz, cineasta ruso, que cuenta la historia
de una familia de escarabajos que se destruye a causa de la infidelidad de la
pareja, conocida bajo el título «La venganza del camarógrafo».
«A los chicos siempre se los explico prácticamente, delante de la cámara
ponés un objeto, le sacás una foto, lo movés un poco, le sacás otra foto y lo
movés otro poco, así hasta que el objeto hizo el recorrido que vos querías.
Después con algún programa de edición de video o si lo hacen con celular con
una aplicación que te arma rápidamente, uno pasa la foto a una velocidad mayor
y dale la ilusión de movimiento», sintetizó la profesional.

Percepciones
Dar un taller, explicar la técnica, orientar a chicas y chicos, realizar junto
a los concurrentes un material que satisfaga las expectativas no es tarea
fácil. «El tema fue aprender a explicar, que uno sepa hacer algo no
necesariamente implica que uno lo sepa enseñar. La cuestión de trabajar con
gente, cuando enseñas los chicos vienen con dudas o te vienen a contar su idea
y vos le tenés que dar una devolución es muy distinto a estar detrás de una
cámara sacando fotografías» cuenta. «Dar el taller para niños fue lo
que hizo que ahora pueda dar clases de fotografía en stop motion para otras
edades. Esa experiencia me ayudó mucho». Agnello adquirió saberes y
prácticas de enseñanza que le permitieron proyectar su actividad en otros
espacios, «el año pasado lo dicté como taller en el Centro Cultural de la
Cooperativa Obrera. Es distinto darlo para jóvenes y adultos, que buscan
aplicarlo de diferentes situaciones». El stop motion puede ser una herramienta
para hacer algo diferente, «con los adultos te podés meter en cuestiones
técnicas de la fotografía, por ejemplo con la composición, se ahonda en
eso». Las temáticas que proponen los jóvenes y adultos son similares a las
de los niños, «eso me llamó la atención» reflexionó.
En cuanto a las repercusiones en los asistentes y sus familias, Agnello rescata
que algunas madres le expresaron «la ansiedad de volver a empezar el
taller». Asimismo, para quienes se preocupan por el resultado de la
técnica y otros que tienen otros objetivos, «tenés un grupo que lo expresa
más, con un espacio para contar la historia, no porque en sí misma la técnica
les salga bien, disfrutan mucho de contar una historia con sus juguetes y hay
otros grupos que atienden el detalle, la prolijidad, que les gusta mucho la
técnica» Al parecer stop motion genera más adeptos, sea por la maravilla
de la técnica o por pensar la historia que se puede contar, «igual siempre
es básicamente jugar».
Es una técnica que se ha vuelto a imponer, «se me hace que había quedado
un poco olvidada y por lo que tiene, que requiere mucho trabajo. Se hacen
películas con la técnica, pero se tarda muchísimo tiempo en hacerla. Ahora está
resurgiendo un poco y también se está conociendo más, muchos chicos la saben
antes que yo misma se la explique».

EN LA BIBLIO
Para chicas y chicos entre 8 y 14 años el taller se dicta en forma gratuita en
la Biblioteca Rivadavia. La actividad se realizará el primer y último sábado de
cada mes a las 10.30 horas en la sala Juvenil. Los pequeños interesados pueden
llevar cámara digital y trípode, aunque no es una condición excluyente.

FOTOGRAFÍAS
«El recorrido de un año en fotografías. La historia de dos caballeros
medievales, de mundos fantásticos y de situaciones cotidianas con un toque de
magia. Una muestra para ver con tiempo y tranquilidad» invita Magalí
Agnello a su muestra fotográfica. «Trotamundos. 366 fotografías, 366
días» inaugura el 11 de abril a las 18 horas en la Casa de la Cultura,
Avenida Alem 925.