(Por Osvaldo Nemirovsci) Por supuesto hay que priorizar lo más urgente, y eso pasa por cuidar la
salud de los argentinos todos, y resolver la vulnerada situación de millones de
compatriotas que hacinados, sin agua y sin recurso económico alguno, deben
vivir el aislamiento en condiciones amenazantes.
A ellos va dirigido gran parte del esfuerzo en
recursos humanos y económicos que el gobierno nacional destina para esta crisis
pandémica.
Pero también es útil conocer otros espacios de
nuestra vida comunitaria que, en virtud de la cuarentena y ante la conclusión
repentina de su cotidianeidad laborar y profesional, vivirán momentos
angustiantes en cuanto a sus dificultades en virtud de la carencia de ingresos.
Son miles de personas vinculadas al basamento cultural argentino en todas sus
expresiones artísticas y técnicas.
Están pospuestas las actividades artísticas en
las ramas del cine, el teatro, la televisión, el doblaje y la publicidad dejando
esto fuera del circuito laboral y salarial a miles de actores y actrices,
guionistas, sonidistas, músicos, camarógrafos, tiracables, operadores de
switcher , continuistas, acomodadores, boleteros, iluminadores , productores,
localistas, directores, fotógrafos, vestuaristas, bailarines, cantantes, maquilladores,
estandaperos, modelos, personal de electricidad y más aún.
Toda la industria está afectada. Y al no tener
trabajo estable y manejarse, en general, con contratos temporales no hay
garantía de ingreso dinerario para casi nadie. Está claro que en el “universo”
de la industria audiovisual los privilegiados de altísimos y altos ingresos
(las “estrellas”) son los menos, y son muchos más los trabajadores del sector,
que van a sufrir, en esta etapa similares inconvenientes a cualquier obrero en
el país.
Es de destacar que no existe en este espacio
laboral seguro de desempleo y no es fácil tener los años y los aportes
adecuados para acceder a la jubilación.
Todas las industrias culturales llegan a este crítico
momento luego de cuatro años catastróficos merced a las políticas públicas del
anterior gobierno nacional, que marcaron un retroceso en diversos aspectos como
cierres de teatros, librerías, poca gente en los cines, cero apoyos a la
difusión musical.
Y ahora se da el caso que, pandemia y aislación
mediante, la cultura y algunas de sus expresiones se convierten en el centro
del consumo familiar como entretenimiento para sostener el obligado retiro
social, tanto en los medios electrónicos cuanto digitales y con cualquier
terminal son el eje del funcionamiento infocomunicacional de cada casa. Algo
que sin duda mitigará el retraimiento de tantos días. En medio de su gran
crisis la cultura se mete en cada hogar y colabora con el mandato nacional de
“quedate en casa”.
Esto es un panorama triste para quienes forman
parte del mundo audiovisual y artístico pero también impacta en las audiencias
que se ven desprovistas de alternativas culturales nacionales y con
regularidad. Los músicos, para dar un ejemplo, no pueden tocar en vivo y generar
sus ingresos.
Distintos colectivos de actores y de músicos y
entidades de directores y otros profesionales de la generación de contenidos, a
pesar de la mala situación por la que atraviesan no han dudado en apoyar
firmemente todas las medidas que el gobierno nacional implementa en función de
cuidar la salud de la población. Es de destacar que el nivel de encendido de
los televisores ha aumentado notoriamente durante este periodo de aislamiento,
y lo mismo han crecido las audiencias para los canales abiertos subiendo en un
30% sobre lo habitual a la vez que creció en dos horas por día el tiempo que se
pasa ante una televisión. Y los contenidos ofrecidos son en su mayoría aquellos
donde participan y fueron elaborados por quienes hoy han perdido el trabajo.
La reacción de algunos cenáculos empresariales no
ha sido la mejor. La Cámara de Exhibidores Multipantalla – CAEM (Cinemak-Hotys
y otros) y la Federación de Exhibidores Cinematográficos – FADEC, que
representan intereses de accionistas mayormente extranjeros, lo primero que
hicieron fue reclamar para sus cines y solicitaron que el gobierno se haga
cargo de los salarios, eximición de aportes y contribuciones para la seguridad
social de su personal, diferimiento de ganancias y -como si fuera poco- también
pedían subsidios para el 100% en las tarifas de gas, luz, telefonía etc. Nada
de esto contraprestaba su vocación de mantener los cupos laborales.
Dentro del genérico artístico los más
precarizados son quienes se definen como comunidad cultural autogestiva y
dependen exclusivamente de sus actuaciones para tener un ingreso.
En definitiva, todos los trabajadores del área
atraviesan una mas que difícil situación. Al igual que millones de argentinos
que tal vez la pasen peor aún, pero este colectivo de la cultura, el arte y la
industria audiovisual está más invisibilizado y por eso es necesario informar y
contar sus realidades.
Aquellos que pasamos por gestiones vinculadas a
la comunicación, los medios audiovisuales y el impulso a contenidos sabemos de
la voluntad creadora que tiene ese conglomerado cultural, técnico y artístico.
Y también conocemos su capacidad solidaria cada vez que se precisó. Hoy la
necesitan ellos.
Osvaldo Nemirovsci es diputado
nacional (mandato cumplido), fue presidente de la Comisión de Comunicación e
Informática 2003/2007 y coordinador general del Sistema Argentino de Televisión
Digital Abierta 2009/2015.
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