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Archivo de historias
¡Qué no falten nunca los relatos! Son parte de un archivo valioso, el pasado y el presente de una localidad que se reinventa en biografías insertas en la historia nacional.
Categoría: Cultura

¡Qué no falten nunca los relatos! Son parte de un archivo valioso, el pasado y
el presente de una localidad que se reinventa en biografías insertas en la
historia nacional.

Las
historias y los documentos son la materia prima del Museo del Puerto, son
valoradas de tal modo que su archivo crece y crece, exigiendo espacio físico y
temporal para ser preservadas, de tanto en tanto, rescatadas y siempre,
atesoradas.

Trabajo y familia
“La abuela, Anunziata Mazzella, nos esperaba días después en su casa para
contar más: cómo un hilo puede empezar a coser en la Isla de Ponza, cruzar el
mar y seguir cosiendo en Ing. White el mismo bordado, aunque nada siga igual”,
recuerda Rocío Lugones, feriante textil. “Yo soy hija, nieta y bisnieta de
pescador ¡tataranieta de pescador!”, exclama. A través de sus dichos
reconstruye las técnicas artesanales heredadas, ya su abuela Anunziata,
italiana nacida en 1932 en la Isla de Ponza, solía tejer redes para lanchas de
remo. “¡Su!¡su!, Nunzia, que devemofareilpane”, le gritaba su madre, mientras
abría la bolsa de 40 kilos de harina, una más de las tantas tareas que
cotidianamente se realizaban.
El padre de Nunziata sobrevivió a la Segunda Guerra Mundial, de la que pudo
salir airoso por padecer una apendicitis y fue evacuado en el crucero
Bartolomeo Colleoni antes de ser bombardeado. Después de esta traumática
experiencia, se vino a Ingeniero White, donde ya residían sus hermanos. Llegó
solo, después de años de trabajo en la pesca artesanal logró traer a su esposa
e hijos, en 1950. Para ese momento, Nunziata tenía 18 años, y pocas ganas de
dejar su tierra natal, al tiempo se casó con Aniello Iacono, pescador poncés y
trabajador de la lancha Buona María. El llanto embargaban el alma de Nunziata,
fue difícil el aprendizaje del idioma, la barrera se rompió, definitivamente,
cuando abrió un superkiosco en la década del ´70. El mismo funcionaba en la
parte delantera de su casa, y a los artículos regulares le sumó los pasteles de
dulce de membrillo de confección propia.
“Sí, es posible rastrear toda una tradición de redes no sólo literales sino
también familiares y vecinales, redes de organización. Modos de trabajar en
grupo sobre una embarcación y, muy en particular, de trabajar en tierra:
mujeres que cocinan juntas, se cuidan los hijos y se dan fuerza los días de
tormenta, traspasando saberes y técnicas desde la infancia”, reflexionan desde
el Museo. La recopilación fue posible porque Rocío Lugones instaló un stand de
venta de materiales textiles durante la Fiesta del Camarón y el Langostino en
su edición 2018. Ella realiza almohadones y tejidos con las técnicas enseñadas
por Nunziata, quien le legó la pasión por las telas y los bordados.

Una historia digital
“Guaite, eppur si muove” es el libro digital escrito por Florentino “Tino”
Diez, un vecino whitense, amante del tango y ex ferroviario. “Tino arma un texto como una hechura: mezcla y combina
materiales diversos, los ordena, los reescribe y diseña, eligiendo imágenes,
administrando espacios y tipos de letra que le resultan apropiados. Lo que hace
es inventar el soporte para la extensa historia que desea contar, donde son
centrales sus memorias y afectos”. Porque el texto es una obra que recopila
multiplicidad de fuentes, “anécdotas personales, testimonios de vecinos,
vecinas, amigos, actas de instituciones, diarios, entrevistas, textos de
museos. Pero además, indaga en Wikipedia, portales web, diarios digitales.
Todos estos materiales se reúnen con un afán totalizador: el texto aborda la
historia de Ingeniero White, sí, tratando de hablar de todo”.
El Museo del Puerto realizó una compilación de estos textos en forma impresa,
varios tomos de papel se acumularon para dar vida a aquello que en la web se
despliega. “En ese momento, nos contó más detalles acerca de la escritura del
libro: lo empezó por pedido de su amigo Luis Carbonara. El fotógrafo whitense
le dijo que alguien tenía que escribir las vivencias compartidas, la historia
del pueblo. Ese pedido fraternal y ese gesto de afectividad recorre toda la
obra”. El libro llegó para cumplir una función reparadora para el mismo Tino,
quien en el año 1996 fue despedido de su trabajo de años con el cierre del
Banco Coopesur. Este evento le produjo un bloqueo de su mente, personas y
recuerdos estuvieron en el limbo de la memoria, y la escritura llegó a componer
la situación, en sus dichos: “para no caer en la depresión”. Poco a poco empezó
a escribir, ejercitar una memoria guardada, recuperar imágenes, caras, olores y
datos del pasado que lo unía a otras personas de la comunidad. Una vez más, la
palabra llegó a explicar, a recuperar.
Florentino tiene la vocación de hablar, de comunicar,
de transmitir un momento de su historia personal y la de White. Frente a los
cambios acelerados de los últimos tiempos, Tino pone en valor su infancia y
juventud en el que la vida social, afectos y amigos, se traman con el Estado de
Bienestar”. El trabajador no solo hoy tiene un blog
llamado Tangomanías, sino que en anteriores décadas supo tipear con la Olivetti
en el banco, atento a los cambios, las nuevas tecnologías llegaron a su vida
para facilitarle el camino del relato. El libro del autor whitense se puede
leer en la biblioteca del Museo, y es usado por sus integrantes como fuente de
consulta.

Archivito, archivito
Si hay algo valioso en un Museo eso es su archivo. Documentan la historia
de la institución, de sus protagonistas y participantes, son la muestra
fehaciente de las razones de sus muestras y exposiciones, dialogan con lo que
se cuenta y lo que se quiere contar.
Fotografías, recortes de diarios, notas, recetas, apuntes en pequeños papeles,
carteles, cartelitos, en fin, “nos solemos preguntar por nuestro archivo, él
interroga, nos hace trabajar, le da valor a los relatos respaldándolo,
contradiciéndolos, poniéndolos en circulación, sus materiales son un elemento
de indagación”, afirman desde la institución. Uno de los grandes documentos
archivados son los libretos de Javier Rizzo, hombre de radio que realizara
tareas entre 1940 y 1970. Han sido digitalizados, acondicionados y restaurados,
“y como todo el archivo, están disponibles, dispuestos a ser usados, a ponerse
en movimiento”.

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2018-07-03 00:00:00
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