Ferrowhite cumplió 10 años, abrió las
puertas del Castillo para lograr el financiamiento necesario para su remoción y
se inicia una nueva gestión después de la jubilación de Reynaldo Merlino.
EcoDias habló con Nicolás Testoni, el nuevo director de la institución, quien
reflexiona sobre los próximos pasos y los logros alcanzados por el equipo de
trabajo.

«Sabemos que mucha gente tiene intriga de conocer el castillo por
dentro», asegura Testoni. De esta forma, describe la apertura del edificio
cerrado desde 1988, fue una invitación abierta a todo público «para que
tomemos conciencia de la importancia de la recuperación de esta usina». El
último evento del 2014 ofreció intervenciones y un recorrido exótico por las
instalaciones del edificio inaugurado en 1932. «Esto, también tiene que
ver con el festejo de los 10 años del Museo, creo que para todos nosotros es un
símbolo de lo que hemos sabido construir, de lo que se descuidó en momento
pretérito y un símbolo de futuro, de lo que podemos hacer todavía en este
lugar».

Titular
Nicolás Testoni integra el Museo Taller desde sus inicios, recientemente
nombrado director, el 2015 lo encuentra en una nueva función. «Es una
continuidad de trabajo. Yo estoy en el Museo desde su apertura, desde antes en
realidad. Lo que vamos a llevar adelante es parte de un mismo proceso que se
inició con Reynaldo Merlino, quien se jubiló en estos días, no por falta de
ganas sino por una cuestión de edad simplemente. Esperamos que él siga
vinculado al proyecto y por otra parte, no solo es el proyecto de Reynaldo o
mío sino de todo un grupo de trabajo que está muy implicado con el espacio y
que trabaja a destajo porque quiere mucho el lugar. Esperemos que sea, en
principio, una continuidad de labor».
Un museo taller con una trayectoria reconocida que se define a sí mismo como
«un lugar en el que las cosas, además de ser exhibidas, se fabrican».
Este gran generador de herramientas se centra en esta tarea «para ampliar
nuestra comprensión del presente y, por tanto, nuestra perspectiva del futuro,
forjados en la labor con objetos y documentos del pasado, pero también en el
cuerpo a cuerpo con la experiencia vital de cientos, miles de trabajadores que
forman parte de él y le dan forma a esa historia». El patrimonio material
asciende a más de 5 mil piezas del ferrocarril y el puerto «escamoteadas
por un grupo de ferroviarios durante las privatizaciones de la década del
noventa, son el punto de partida para intentar comprender cómo se organizaban
los talleres en los que esas herramientas eran utilizadas, cómo eran el orden y
los conflictos de la sociedad a la que servían, y qué tal resultan, en
comparación, las cosas hoy».
El Museo Taller se llena de expectativas de trabajo por cada año cumplido.
«Celebramos el haber recuperado parte del complejo de la ex usina General
San Martín tras la década neoliberal, así como también la tarea de los
ferroviarios que se organizaron para rescatar los más de cuatro mil objetos que
hoy forman la colección de Ferrowhite. Celebramos, además, la posibilidad de
rehabilitar la memoria del trabajo ferroportuario, o al menos de generar las
condiciones para preguntarnos cómo fue que llegamos hasta acá y cómo sigue esta
historia. Pero también festejamos marcando lo que falta: salir al mar y entrar
al castillo. Porque si en estos diez años ganamos algo, acaso en el inventario
no se pueda dejar de contar la capacidad para pensar (e intervenir, en modesta
medida) en lo que pasa a nuestro alrededor: en la ampliación del complejo
portuario e industrial; en el estado del castillo; en la crisis de la pesca
artesanal; en los escapes de cloro; en los índices de desocupación de la
ciudad; en la emergencia en la que aún se encuentran la mayoría de los
servicios ferroviarios de pasajeros; en el glifosato y el asbesto; en Vaca
Muerta y la tragedia de Once. Y lo compartimos también con quienes pusieron el
cuerpo (la cabeza y el corazón) a lo largo, ancho y profundo de esta década,
los trabajadores de museo que forman o han formado parte del equipo de esta institución».

La usina de la energía
La titular del Instituto Cultural, Marcela Sainz aseguró que «vamos a
estar brazo a brazo para que este lugar se habilite». Recordamos que el
Museo Taller es una institución dependiente de la Municipalidad local.
«Abrimos una parte del Castillo, la que se puede recorrer, no el resto por
una cuestión de prudencia y de seguridad, tiene que ver con que la mayor parte
de gente posible conozca el espacio y todos juntos tomemos conciencia de su
importancia para que hagamos fuerza para su restauración» agregó Testoni.
El Castillo requiere mucha inversión porque es un edificio de gran escala, eso
hace que cualquier intervención suponga mucha cantidad de dinero. «De
todas maneras, resolviendo algunas cuestiones se podría avanzar sobre zonas
particulares del Castillo e ir recuperándolo poco a poco. Desde el Museo está
formulada una propuesta de uso parcial, de algunos sectores que de una manera
relativamente sencilla podrían ser recuperados para usos comunitarios. En
cuanto a su recuperación integral, eso es algo todavía por pensarse».
Ferrowhite Museo Taller realizó dos participaciones en eventos nacionales en el
2014. «Estuvimos en un Laboratorio de gestión de museos, que organiza la
Fundación TyPA, presentamos el museo en una charla de Museos Comunitarios,
tanto Museo del Puerto- un precursor en este aspecto- como Ferrowhite, una
continuación y una ampliación de lo que inició el Museo del Puerto. Son tomados
como ejemplos en lo que se refiere a Museología comunitaria, no porque tengamos
todos los problemas resueltos sino por nuestra voluntad de problematizar».
La Fundación Teoría y Práctica de las Artes (TyPA) genera espacios de
encuentro, formación y visibilidad en el campo de las letras, los museos, el
cine y las artes. Asimismo, organiza talleres y conferencias, investiga,
publica, asesora, y construye redes de trabajo con el fin de favorecer la
producción cultural de Argentina y América Latina. «Por otro lado,
participamos en un Posgrado de la Universidad General San Martín, relacionado
con emprendimientos culturales en pequeña y mediana escala. La experiencia fue
muy buena porque te encontrás con gente con problemáticas comunes y te podés
sentar con ellos a pensar en conjunto cómo son las cosas».