Guión y dirección: Lucia Puenzo
Música: Daniel Tarrab, Andres Goldstein
Fotografía: Natasha Braier
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años
Origen: Argentina, Francia, España – 2007
Intérpretes: Ricardo Darín, Valeria Bertuccelli, Carolina Peleretti, Germán Palacios, Inés Efrén, Martín Piroyanski

En un lugar aislado de la costa uruguaya viven Alex y su familia. La soledad no ha sido sólo consecuencia de la profesión de biólogo marino del padre, sino de la necesidad de mantener la condición de intersexual de la adolescente lejos de la injerencia de extraños. Aunque durante la visita de unos viejos amigos, la tensión contenida llegará a hacerse insostenible.
Un tema silenciado, que la directora Lucia Puenzo, basándose en el cuento Cinismo de Sergio Bizzio, elige para centrar su opera prima.
La intersexualidad es la condición de una persona que presenta, simultáneamente y en grados variables, características sexuales masculinas y femeninas. Uno de cada 2000 niños nace con genitales que no son fácilmente reconocibles, pero esto no tiene mucha difusión y las familias afectadas lo viven con gran dificultad y hasta cometen muchos errores en el abordaje de la situación, como en el caso de la protagonista del film.
Después de su paso exitoso por Cannes, XXY se ha estrenado poco antes que la avalancha de vacaciones de invierno obstruya las salas durante semanas, con buenas críticas y una considerable afluencia de público.
Desde el punto de vista visual XXY -el titulito alude a los cromosomas que determinan el sexo- se parece a El Aura de Bielinsky o la segunda parte de Nacido y Criado de Trapero. Mar y costa solitaria, colores fríos, aridez en el paisaje que repite la parquedad de sus protagonistas -Darín por caso- haciendo más extremas las explosiones emocionales hacia el final. Pero siempre destacando la sensibilidad y falta de morbo al abordar la problemática.
La elección de los intérpretes seguramente es otro de los atractivos. Las dos parejas Darín-Bertuccelli y Pelleritti-Palacios muestran las diferentes posiciones adultas. Y muy especialmente los adolescentes: la/el protagonista en la joven Inés Efrón -cuya mirada de espanto conduce todo el relato- y Martín Piroyansky, infaltable en pantallas de cualquier tamaño cada vez que se requiere un adolescente.
Un tratamiento adecuado para un tema inusual -aunque varios detalles impresionen como salidos de un manual de sintomatología psicoanalítica- que constituye un debut con honores para la segunda generación Puenzo en el cine argentino.