El destacado documental Citizenfour ya se exhibe en cable.

La última ceremonia de entrega de los premios Oscar dejó poco para recordar y
su momento más político pasó inadvertido para la mayoría de los espectadores.
Fue cuando la directora estadounidense Laura Poitras recibió la estatuilla al
mejor largometraje documental por Citizenfour
y además de agradecer dijo: “Las revelaciones de Edward Snowden no solo expusieron
una amenaza a nuestra privacidad, sino también a la democracia misma. Cuando las
decisiones que nos afectarán a todos son tomadas en secreto, perdemos nuestra
capacidad de controlar a quienes ejercen el poder”.
Su film se centra en el empleado de la NSA -Agencia de Seguridad Nacional de
Estados Unidos encargada de la inteligencia relativa a la información- que a
mediados de 2013 filtró documentos que prueban -la sospecha estuvo por años-, que
se vigila sistemática e indiscriminadamente a gobiernos extranjeros y a
millones de personas dentro y fuera de sus fronteras con la excusa de prevenir
actos terroristas.
Algo que provocó un escándalo internacional y el inmediato pedido de captura de
Edward Snowden por cargos de espionaje de parte del gobierno estadounidense.
El titulo -literalmente “Ciudadanocuatro”- cita el alias que usó al comunicarse
con la directora, lo que derivó en el encuentro y las reveladoras entrevistas.
Las primeras imágenes son en un túnel carretero -metáfora del nacimiento de una
verdad- y de allí a los veinte minutos introductorios sobre el crecimiento exponencial
de la actividad de la NSA desde los atentados del 11 de septiembre de 2001 y las
sucesivas denuncias por violaciones a la privacidad.
La hora siguiente refleja el encuentro en el hotel Mira de Hong Kong con la
fuente desconocida, que resulta ser un muchacho de 29 años horrorizado por lo
vio y dispuesto a contarlo a pesar de las consecuencias.
Un cumulo de datos -¡drones en vigilancia continua!- capases de poner paranoico
al más despistado de los mortales y cercanos a las distopias e Philip K. Dick, aunque
la realidad es menos espectacular y se reduce al protagonista y los periodistas
Glenn Greenewald y Ewen McAskill tratando de mantener la calma.
La media hora final muestra la repercusión en los medios mientras Snowden
intenta asilarse en Rusia y hasta tomar un taxi se vuelve peligroso; la directora
va a editar el material en Berlín por temor a que el FBI lo incaute y los
abogados de ambas partes se enzarzan en discusiones.
En 2014 finalmente, el documental se estrenó en festivales y recibió una lluvia
de premios, pero debió ser presentado como prueba en uno de tantos juicios
coartando la posibilidad de una distribución normal y pasó a la grilla de HBO
que había apoyado el proyecto.
Un testimonio de visión imprescindible no tanto por motivos cinematográficos
como para alentar conciencia sobre el derecho a la privacidad.