Brandon Sullivan es ejecutivo en New York, una gran
ciudad que le permite llevar la vida apartada que prefiere y también le ofrece
las infinitas posibilidades de encuentros casuales que su adicción al sexo
reclama.
Un equilibrio precario que se rompe cuando su hermana menor llega de improviso
y se instala en su elegante departamento, obligándolo a lidiar con situaciones,
emociones y recuerdos perturbadores.
Suena como el blues del ejecutivo y algo de eso hay en este segundo largometraje
del artista plástico y director británico Steve McQueen.
El protagonista es pariente cercano de los de El club de la pelea (David Fincher; 1999) y Psicópata americano (Mary Harron; 2000); todos muchachos
ambiciosos, de aspecto impecable y gustos caros, que ocultan graves problemas
para relacionarse fuera de la oficina y que tratan de solucionarlo de manera
demasiado radical.
El método de Brandon es el sexo en todos sus formatos: porno online o gráfico,
prostitutas, levantes al paso o autoerotismo, algo que McQueen muestra sin ambages,
pero tan desapasionadamente como un dossier clínico.
Los escándalos -la cadena Cinemark rehusó exhibir el film en sus salas
alrededor del mundo- que provocaron los desnudos y la crudeza de ciertas
escenas delatan visiones superficiales o demasiado sensibles, ya que más allá
de la piel expuesta hay un drama personal y familiar que se reconstruye con
detalles pequeños, pero evidentes.
Al ser McQueen un artista plástico no sorprende que la concepción visual
destaque como uno de los mayores aciertos del film, con una Manhattan que pocas
veces ha lucido más fría, acerada o sórdida según la escena.
Pero el film descansa en la interpretación de Michael Fassbender – mereció el
premio a mejor actor en el Festival de Venecia por este trabajo-, que articulando
unas pocas palabras consigue ir de la absoluta contención al mayor desborde sin
sobreactuar. Reflejando la paradojal situación de su personaje, que encuentra dolor
donde debería haber placer.
Y una particularidad vernácula sólo explicable por un psicoanalista de turno: en Argentina este
drama se distribuyó con su título original en inglés -que
puede traducirse sencilla y reveladoramente como “Vergüenza”- y el absurdo
agregado de “sin reservas”.
Título original: Shame
Dirección: Steve McQueen
Guión: Abi Morgan, Steve McQueen
Música: Harry Escott
Fotografía: Sean Bobbitt
Origen: UK – 2011
Intérpretes: Michael Fassbender,
Carey Mulligan,
Calificación: Sólo apta para mayores
de 18 años.
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