Título original: Brokeback Mountain
Dirección: Ang Lee
Guión: Larry Mc Murtry, Diana Ossana
Origen: USA– 2005
Fotografía: Rodrigo Prieto
Música: Gustavo Santaolalla
Intérpretes: Heath Ledger, Jake Gyllenhall, Randy Quaid, Michelle Williams, Anne Hathaway
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años

Secreto en la montaña llegó etiquetado como “primer western abiertamente gay” a pesar de que en la historia del género ya ha habido parejas inseparables de vaqueros que cabalgaron hacia el crepúsculo antes del The End final, o mantuvieron curiosas conversaciones sobre el tamaño de sus armas. Pero en realidad se trata de un drama romántico al borde del melo, cuyos protagonistas son vaqueros.
Esto último proporciona el obstáculo esencial para relatar una buena historia de amor, ya que lo difícil del trabajo y lo inhóspito del medio serían sólo para machos de pelo en pecho.
La fuente fue un cuento de Annie Proulx, escrito por la conmoción que le provocó el asesinato de un joven homosexual en su ciudad.
La acción transcurre entre Wyoming y Texas, comenzando en 1963 cuando los adolescentes Ennis del Mar (Heath Ledger) y Jack Twist (Jake Gyllenhall) son contratados para pasar el verano cuidando un enorme rebaño de ovejas en la lejana montaña Brokeback, que el título original menciona. El trabajo es rudo y solitario, y compartirlo lleva a los dos jóvenes a la confianza primero y al amor después.
Pasado ese verano sus vidas toman diferentes rumbos: y cada uno forma su familia, pero siempre intentan volver a la montaña: el único lugar donde es seguro compartir sus sentimientos.
El realizador taiwanés Ang Lee confirma definitivamente su fama de “todo terreno” agregando este drama gay a los demás géneros -comedia, acción, western tradicional, artes marciales- que ha abordado de manera impecable.
Quien busque morbo no lo encontrará, sí en cambio bellísimos paisajes y buena descripción de personajes, especialmente los secundarios femeninos.
Y los muchachos protagonistas de la historia están a la altura de la apuesta. Bastante alta para dos galanes de Hollywood en sus veinte, y que hasta el momento no habían tenido que apasionarse o sufrir demasiado en la pantalla.
Por su parte, la multipremiada música del argentino Gustavo Santaolalla es tan desnuda y minimalista como la narración, coherencia que se agradece.
Lo antedicho apenas permite imaginar el porqué de tanto ruido alrededor del film, ya que el tema homosexual se ha llevado a la pantalla en diferentes ocasiones. Quizás se lo encuentre en el interés publicitario, o más probablemente en que el vaquero es parte de la mística alrededor del nacimiento de Estados Unidos, y eso ha chocado algunas sensibilidades en la presente época Bush.
Sea cual sea la razón, el espectador desprevenido puede ver sin problemas este romance y hasta derramar alguna lagrimita. Advirtiendo a los fanas de John Wayne, que deberían abstenerse por su salud.