Un documental que eterniza la ternura y fuerza de una artista argentina muy
particular.

Los aficionados a los títeres, los especialistas en teatro y los docentes saben
bien quien fue Sarah Bianchi y de la excelencia de su trabajo sobre y fuera de
un escenario.
Los demás pueden acercarse al Museo Argentino del Títere -fundado por ella junto
a su colega y compañera de toda la vida Mane Bernardo-, a los libros que
escribió sobre el tema y a documentales como éste que lleva su nombre.
El jueves 25 de junio, la exhibición mensual del ciclo No sólo en cines en el Salón de Actos de la Cooperativa Obrera -Zelarrayán
560- tuvo como protagonistas a Sarah
y al director Emiliano Romero, que se hizo presente para presentarlo.
El rodaje le llevó varios meses de 2005, mientras la pionera del teatro de
títeres preparaba el espectáculo: ¿Y por
qué no… Bagdad Café?, en la pequeña sala del Museo en pleno
barrio de San Telmo.
Y el resultado, setenta y pocos minutos que no abordan ni la usual biografía,
ni los testimonios de amigos y colegas, sino el día a día de una mujer apasionada
por su trabajo a modo de estupendo documental de observación.
Así el espectador aprende a reconocer su figura menuda, su voz ronca en la que
seguramente han tenido mucho que ver los cigarrillos que le vemos fumar en
alguna de las secuencias y su modo amoroso de tratar a los muñecos.
Pero especialmente su profesionalismo como directora capaz montar un
espectáculo a fuerza de muchos ensayos, de buscar el títere adecuado para
despedir a un grupo de niños de un jardín de infantes y sus maestras, recibir
con gracia su enésimo premio o preparar prolijamente el saludo final de una
función.
Es curioso y un poco descorazonante que la protagonista haya muerto hace cinco
años y su director -que compartió amablemente muchas anécdotas de rodaje después
de la exhibición- todavía no lo haya estrenado fuera de este circuito
alternativo que él mismo ha impulsado.
Cómo para exhortar a los espectadores a seguir apoyando el ciclo y no perderse
sus entregas mensuales.