Primer
plano que se demora en un mapa antiguo de América del Sur, mientras la voz en
off -de Juan Carlos Gené- relata lo que sucedía en los primeros años del siglo
XIX y cómo en 1817 el general José de San Martín se prepara para prevenir el
inminente ataque de las fuerzas realistas cruzando los Andes desde Cuyo para
liberar a Chile.
Un comienzo algo lento, compensado por unas panorámicas asombrosamente bellas de
la cordillera y la bronca de San Martín porque el Gobierno de Buenos Aires no
le manda ni pertrechos, ni uniformes, ni alimentos para el gran ejército
necesario para su audaz y urgente propósito.
Luego vendrán los esfuerzos del pueblo cuyano, el cruce casi imposible por lo
escarpado del terreno, las traiciones, las dolencias físicas del general y
finalmente la batalla de Chacabuco.
Como adelanta el título, la acción se circunscribe a ese episodio de la trayectoria
de San Martín y la revolución independentista y hay dos razones para ello. La
primera: el director Leandro Ipiña escribió el guión para uno de los cuatro
episodios de una miniserie televisiva mayor. La segunda, durante la producción
se sumó un proyecto español dedicado a los héroes José
Martí, José de San Martín, Simón Bolívar. Tupac Amaru, Javier Moreno y Pedro
Mina, Joaquín José Da Silva Xabier, José Gervasio Artigas y Bernardo O’Higgins,
quienes hicieron posible la independencia de ocho países sudamericanos, y
la miniserie pasó a ser un film.
El abordaje de toda o parte de la vida de un “bronce” siempre es difícil,
porque hay bibliografía y sentimientos encontrados detrás, pero Ipiña decidió
tomar el camino medio entre la visión ceñida a la historia oficial de El Santo de la Espada (1970), de
Leopoldo Torre Nilsson –vigilado de cerca por el gobierno militar de Onganía- y
la de El General y la Fiebre (Jorge
Coscia, 1992), que mostraba un San Martín enfermo y casi alucinado.
Este San Martín se mantiene estoicamente a caballo a pesar de su úlcera, pero
también tiene accesos de cólera y acento español, buscando una suerte de
verosimilitud lingüística.
Para narrar los hechos se ha tomado el punto de vista de un chico de 16 años
que se enlista como amanuense del General -un personaje ficticio-, recurso que
permite “estar” en medio de una serie de hechos que aportan dramatismo -como
las escenas relativas al espionaje y el artilugio del baqueano para delatar la
presencia enemiga- a una trama conocida por todos. Aunque deriva en una especie
de anticlimax, a pesar de la buena actuación de León Dogodny, en las secuencias
fechadas en 1888 del final.
Lo mejor se encuentra en la factura técnica: ambientación, vestuario, luz,
música; en la actuación de Rodrigo de la Serna -se le cree a pesar de la
tintura, los lentes de contacto oscuros y la dicción “españolada”- y en la
imponencia de Los Andes.
Un film épico, que a pesar de las deficiencias mencionadas, no defrauda.
Dirección: Leandro Ipiña
Guión: Leandro Ipiña, Andrés Maino
Música: Sebastián Escofet
Fotografía: Javier Juliá
Origen: Argentina – 2010
Intérpretes: Rodrigo de la Serna, Juan
Ciancio, Pablo Ribba, León Dogodny, Alberto Ajaka
Calificación: Apta para todo público
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
Santiago Bussetti y Camila Bussetti
> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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