Casi un año después de su estreno la película de Damián Szifrón sigue cosechando
premios.

El sábado 18 de julio se realizó en Marbella la segunda entrega de los Premios Platino del Cine Iberoamericano,
que pudo verse por el canal TNT.
Los premios fueron creados por la Entidad de Gestión de Derechos de los
Productores Audiovisuales y la Federación Iberoamericana de Productores
Cinematográficos y Audiovisuales a las producciones de América Latina, España y
Portugal con el objetivo de promover la distribución casi inexistente entre esos
países.
La ceremonia de año pasado tuvo lugar en Panamá -la sede es rotativa- y los
premios se otorgaron a ocho categorías básicas y un premio de honor.
En esta segunda en el famoso balneario español se agregaron cinco categorías
más; el premio de honor fue para Antonio Banderas -que lo recibió con frase
cervantina incluida- y las nominaciones a los Platino -nombre bastante
arbitrario por cierto- favorecían ampliamente a Relatos Salvajes, que está en la recta final mientras su director
baraja ofrecimientos cinematográficos y televisivos de Hollywood.
A pesar de la intención de diferenciarse de otras ceremonias del estilo todo se
redujo a la rutina de entrega y agradecimiento, interrumpida por algún número
musical o sketches a cargo de comediantes, dejando la sensación general de falta
de timming y que sólo Santiago Segura sabia lidiar con el denso guion.
El balance fue de robo por parte del film argentino, que ganó ocho de diez
nominaciones, a la música de Gustavo Santaolalla, a mejor montaje, guión,
dirección de arte, dirección de sonido, actuación femenina para Érica Rivas,
dirección para Szifrón y el premio mayor a mejor película que fue agradecido
por los productores argentinos y españoles.
Para los demás, quedó el premio a la actuación masculina del español Oscar
Jaenada, por su controvertido protagónico en el biopic Cantinflas (Sebastián del Amo; 2014) -los mexicanos no concebían
que una de sus estrellas emblemáticas fuera interpretada por un extranjero-; mejor
animación para la brasileña El niño y el
mundo (Alé Abreu; 2013); mejor documental para la coproducción brasileño- francesa-italiana
La sal de la tierra (Juliano Ribeiro
Salgado, Win Wenders; 2014), a la opera prima para la venezolano-española La distancia más larga (Claudia Pinto;
2013) y mejor fotografía para el thriller español La isla mínima (Alberto Rodríguez; 2014).
Una vidriera que si logra continuidad y modera los tiempos muertos y la tendencia
a la retorica, podría convertirse en motor de difusión y colaboración.