Los Juegos en imágenes y la imagen de los Juegos.

Si revisamos la historia notaremos que las Olimpíadas Modernas comenzaron en Atenas en el verano de 1896, menos de un año después de la primera función cinematográfica en París. Una sincronía que permitió conservar desvaídas imágenes de aquel acontecimiento y comenzar un romance que aún continúa.
Cada olimpíada ha tenido mejor o peor cobertura cinematográfica, que a partir de la televisión se ha hecho exhaustiva, pero la relación no sólo ha producido documentales estupendos como Un día en septiembre (Kevin Macdonald,1999).
Los juegos y los deportistas han inspirado numerosos filmes de ficción. Comedias amables como Camina, no corras (Charles Walters, 1966), con Cary Grant desorientado en Tokio 1964; clásicos como Carrozas de fuego (Hugh Hudson, 1981), drama basado en hechos reales ocurridos en los juegos de 1924; o Munich (Steven Spielberg, 2005), que refleja el ataque que la delegación de Israel sufrió en 1972 a manos de un grupo terrorista islámico, que terminó en una masacre pero increíblemente no determinó la suspensión de los juegos; o acercamientos fantásticos como Astérix en los juegos olímpicos (Frédéric Forestier, Thomas Langmann; 2008), aún sin estrenar en el país.
También han sido un semillero para los realizadores de biopics o buscadores de estrellas atléticas: el nadador Johnny Weismuller; la nadadora Esther Williams, la patinadora noruega Sonja Henie y localmente Pedro Quartucci, un destacado boxeador.
Además se usan para la promover el deporte -Estados Unidos realiza periódicamente filmes sobre jóvenes que aspiran a participar en las olimpíadas- o para hacer propaganda política.
En esto último destaca la directora alemana Leni Riefenstahl -favorita del régimen Nazi- que en Olimpia, fiesta del pueblo (1938) documentó Berlín 1936 e intentó mostrar la supuesta supremacía germana. Puesta en duda por las estupendas perfomances de atletas como el afroamericano Jesse Owens, cuya vida trágicamente marcada por el racismo mereció numerosos documentales y biopics.
Y aún nos queda Pekín.