Durante agosto INCAATV emitirá varios clásicos de la cinematografía japonesa.

La mayor parte de la programación del canal del Instituto Nacional de Cine y
Artes Audiovisuales -INCAATV- la constituyen producciones argentinas de todas las
épocas y estilos, pero se reserva un porcentaje para el buen cine de cualquier
procedencia.
Así, el horario de medianoche de los sábados de este mes estará ocupado por
cuatro largometrajes japoneses con categoría de clásicos.
Posiblemente el más conocido sea Rashomon
(1950), ya que este con él Akira Kurosawa se hizo famoso internacionalmente al
ganar el primer Oscar a mejor film de habla no inglesa para Japón.
A pesar de estar ambientado en el siglo XII este drama todavía resulta actual
al ofrecer cuatro diferentes puntos de vista sobre el asesinato de un samurái -interpretado
magistralmente por Toshiro Mifune-: el de su esposa, el de un testigo casual,
el de su asesino y el de la propia víctima.
Los otros son La vida Oharu (1952) y
La calle de la vergüenza (1956), de
los más reconocidos del realizador Kenji Mizoguchi y cuentan sendas historias
femeninas. El primero -ambientada en el siglo XVII- aborda el drama de una
chica que se convierte en geisha luego de ser vendida por su padre y el segundo
-contemporáneo a su realización- a un grupo de prostitutas que esperan que el
parlamento se expida sobre la posible prohibición de su antiguo oficio.
Y por último, Cuentos de Tokio (1953)
de Yazujiro Ozu, que con justa razón suele estar en las listas de los mejores films
de todos los tiempos y ha influido en la obra de muchos realizadores de su país
y el resto del mundo.
Como buena parte de la filmografía del director, muestra con nostalgia y poesía
el choque de las antiguas tradiciones y costumbres japonesas, con las nuevas
llegadas de occidente después de la Segunda Guerra Mundial.
Este en particular, hace foco en una pareja mayor que vive en un pequeño pueblo
rural; va a la ciudad de Tokio a visitar a sus hijos y nota que los tienen a
menos por no ajustarse a lo nuevo.
Un lujo para la pantalla chica y un placer para los espectadores.