Dirección: Ricardo Darín, Martin Hodara
Guión: Eduardo Mignogna, Patricio Vega
Música: Andrés Goldstein, Daniel Tarrab
Fotografía: Marcelo Camerino
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años
Origen: Argentina, España – 2007
Intérpretes: Ricardo Darín, Diego Peretti, Julieta Díaz, Andrea Pietra, Walter Santa Ana, Vando Villamil

El “pibe” Corvalán (Ricardo Darín) actúa con el cinismo propio de quien ha visto demasiado en la vida. Una actitud conveniente para un detective privado, aunque la agencia que tiene en sociedad con Arturo Santana (Diego Peretti), se encargue principalmente de confirmar las sospechas de maridos celosos o de localizar timadores de poca monta. Hasta que una bella y acaudalada cliente (Julieta Díaz) les encarga un seguimiento, que ingresaría miles de pesos a sus flacos bolsillos de burreros sin suerte. Pero el caso tiene derivaciones inesperadas, que involucran pasiones y tiros.
 Argumento tradicional para un policial negro, situado en la Buenos Aires de 1952 durante los días previos a la muerte de Eva Perón, circunstancia que agrega ambiente ominoso a la oscuridad característica del género.
 Este ha sido el estreno más esperado del año, ya que el film fue concebido por el director Eduardo Mignogna -basándose en su novela homónima- y realizado por Ricardo Darín, cuando la enfermedad con la que Mignogna luchaba terminó venciéndolo días antes de comenzar el rodaje.
 El actor aceptó por amistad y por mantener la fuente de trabajo de mucha gente, aunque pidió el apoyo de Martín Hodara, que hasta ese momento se desempeñaba como asistente de dirección. Así pudo llevar a buen término la tarea de dirigir y protagonizar, en un tipo de realización muy compleja por la reconstrucción de época.
 Se estrenó simultáneamente en 58 salas de todo el país, lo que significó una inversión enorme en copias y publicidad, aún contando con TeLeFe como uno de los productores, y por fortuna en la decisiva primera semana llevó a más de 100.000 espectadores.
 Excelente comienzo que el film merece por sus muchos aciertos. Un tratamiento visual estupendo; una ambientación cuidadísima que evita anacronismos en el vestuario o el atrezzo, y se toma el trabajo lingüístico de reproducir la forma de hablar de hace cincuenta años; y buenas actuaciones tanto de los protagonistas como de los actores secundarios.
 Estéticamente el film remite a los policiales negros “americanos” de los ‘40 y ‘50, pero sin su acento en la acción. En vez de eso se acerca a la producción de franceses como Melville o Clement, dedicados a mostrar la psicología de los personajes. Un tratamiento que ralenta el desarrollo, y será la queja principal de los cultores del cine “pochoclero”.
 Evidentemente, Darín capitalizó lo aprendido con Mignona en La fuga, y obviando algún hilo suelto en la trama, constituye un notorio debut en la realización.