Los reestrenos no son tan usuales en la cartelera
comercial, pero el de La historia Oficial
encontró lugar no sólo en salas de Capital, sino de Salta, Mendoza, Córdoba,
Rosario y La Plata.
El año pasado el director Luis Puenzo había celebrado las tres décadas de su opus
más notorio exhibiendo una versión resmasterizada -4K partiendo del negativo
original- durante el Festival de Cannes, donde había recibido el premio
especial del jurado y la Palma de Oro a mejor actriz para Norma Aleandro en los
80.
En el país se estrenó el 3 de abril de 1985 durante el juicio a las juntas,
entre controversias, que viraron a elogios cuando fue nominada al Oscar al mejor
guion -para Aida Bortnik y el director- y mejor film extranjero, ganando este
último.
Para quienes no lo hayan visto o no la tengan presente se trata de un drama ambientado
en los primeros meses de 1983, entre protestas públicas y la desbandada del
gobierno militar y sus socios civiles.
La protagonista por excelencia es Alicia, una profesora de historia aparentemente
feliz en su matrimonio con el ambicioso empresario Roberto y su pequeña hija adoptiva.

Un bienestar que se resquebraja cuando vuelve una de sus mejores amigas vuelve
del exilio y conoce a una Abuela de Plaza de Mayo que la hace dudar sobre el
origen de la niña.
No es arbitrario el nombre de Alicia, ya que como el personaje de Lewis Carroll,
esta mujer debe atravesar el espejo de su negación y la de su entorno, para aceptar
una realidad escalofriante.
Otras ficciones habían mostrado algunos aspectos de lo sucedido durante la dictadura,
aunque La historia Oficial fue la
primera en abordar el tema de los niños apropiados y los denodados intentos de
sus familiares por recuperarlos, algo que en su momento causó revuelo y alguna
amenaza para el director y su equipo.
Un equipo de lujo encabezado por una impecable Norma Aleandro como Alicia, Héctor
Alterio como su autoritario marido, secundarios conmovedores de Chela Ruiz como
la abuela y Chunchuna Villafañe como Ana, la impecable fotografía de Félix
Monti, la música de Atilio Stampone y Marcelo Piñeyro entre los productores.
Film rodado con recursos clásicos y una sola línea narrativa, que sigue
apelando a la memoria con el sutil subrayado de “En el país de no me acuerdo”
de María Elena Walsh.