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La chica de Casablanca
Ingrid Bergman, siempre en tiempo presente.
Categoría: Cine

Ingrid Bergman, siempre en tiempo presente.

La reciente 68ª edición del Festival Internacional de Cine de Cannes tuvo en su
afiche a Ingrid Bergman, sueca por nacimiento y ciudadana del mundo por sus
films.
Puede parecer menor, pero los enormes carteles dominan tanto el Palacio de
Festivales como las calles de la ciudad y pasan a una galería ya histórica, por
lo que cada año se elige cuidadosamente quién lo diseña y a quién se dedica.
Se basó en una fotografía en blanco y negro de la actriz -sonriente con el
cabello corto algo alborotado- tomada por David Seymour, uno de los fundadores
de la agencia fotográfica Magnum.
Con esto y el estreno del documental Ingrid
Bergman: En sus propias palabras
-de su compatriota Stig Björkman-,
el festival se sumó a la celebración -la mayor llegará en septiembre impulsada
por su hija y colega Isabella Rossellini- del centenario del nacimiento de
quien fuera protagonista en varias de sus ediciones y presidiera el jurado en
1973.
En la adolescencia estudió teatro, debutó en cine en Suecia y en 1939 empezó a
trabajar en Hollywood.
Después llegó el protagónico femenino de Casablanca
(Michael Curtiz, 1942), un drama romántico
de bajo presupuesto que se convirtió en un clásico y la llevó al estrellato.
En la vida real, acabó con el cliché de la escandinava fría protagonizando una
historia de amor legendaria que comenzó con una carta de admiración a Roberto
Rossellini por Roma, cittá aperta (1945)
y terminó con ella abandonando trabajo y familia para ser su musa y madre de tres
de sus hijos. Algo tan escandaloso para la moral de mediados del siglo XX, que casi
acaba con su carrera.
Ese periodo italiano -donde rodaría la recordada Viaggio in Italia (1954)- terminó la propuesta del francés Jean
Renoir para protagonizar Ana y los
hombres
(1956) y la separación de Rossellini.
De allí en más nunca dejaría de ir y venir entre Europa y Estados Unidos, rodando
en sueco, alemán, inglés, francés e italiano; con compañeros como Gregory Peck,
Cary Grant, Humphrey Bogart, Anthony Quinn o Ives Montand y los mejores
directores. Los mencionados y otros muchachos grosos como Anatole Litvak, Alfred
Hitchcock y el casi homónimo Ingmar Bergman, con quien compartiría Sonata de Otoño (1976) una despedida
del cine por todo lo alto, antes de su deceso en 1982.
 Aunque vive en Ilsa, la chica que se
emociona cuando Sam toca “Según pasan los años” y se entristece porque Rick le
recrimina: “De todos los bares del mundo tuviste que elegir el mío”.

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2015-05-26 00:00:00
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