Título original: Faubourg 36
Dirección: Christophe Barratier
Guión: Christophe Barratier, Julien Rappeneau
Fotografía: Tom Stern Música: Reindhart Wagner
Origen: Francia, Alemania, Suiza – 2004
Intérpretes: Gérard Jugnot, Kad Merad, Clovis Cormillac, Nora Arnezeder, Pierre Richard
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años

La vida de los habitantes de un modesto suburbio -faubourg- de París, se olvida del humo de las fábricas y cada noche se ilumina en el teatro de variedades “Chansonia”. Pero en 1936 -a pesar del esfuerzo y el cariño del tramoyista Pigoil, el imitador “estrella” Jakie Jaquet, la talentosa Douce y muchos vecinos-, está a punto de cerrar por deudas y de dejarlos sin trabajo, sin aplausos y sin sueños.
Esta es la trama principal del segundo largometraje del director francés Christophe Barratier, después del suceso y los muchos premios que obtuviera con Los coristas en 2004.
Probablemente buscando repetir ese éxito, toma la misma huella e insiste en el género melodramático, el trasfondo musical y el mismo actor protagónico: Gerard Jugnot.
No hace una reconstrucción realista de los turbulentos años de preguerra, sino una especie de homenaje al cine costumbrista y la chanson francaise que se hacía en esa época. Y el pintoresco rincón de París donde se desarrolla la acción es una reconstrucción en estudios, cuidada pero artificiosa, como todo lo demás en el film.
Quien haya visto algo de ese cine del que los franceses denominan nostálgicamente “la période dorée” (período dorado), disfrutará descubriendo muchos guiños cinéfilos. Por ejemplo: Clovis Cormillac que encarna al combativo Milou, es casi un calco del aspecto y el estilo del joven Jean Gabin. Pero quien no tenga ese background, encontrará la trama demasiado naiv y el metraje demasiado extenso.
Lo mejor del film reside en las interpretaciones. La de Jugnot, a pesar de que se repite. La de Kad Merad, como un comediante mediocre. La de Nora Arnezeder cantando estupendamente y un reencuentro dichoso con Pierre Richard, como el encantador Monsieur TSF.
La canción de París -los distribuidores se lucen con otro título que no respeta el original- es un cuentito lindo, previsible, con música agradable y acordeón de rigor, pero que como tributo al cine de Reonir o Guitry se queda muy corto.