Director: John Stevenson y Mark Osborne
Guión: Jonathan Aibel y Glenn Berger; basado en un argumento de Ethan Reiff y Cyrus Voris
Fotografía: Yong Duk Jhun
Música: Hans Zimmer y John Powell
Origen: USA – 2008
Calificación: Apta para todo público
 
Al parecer, el proyecto de rodar la historia de un oso panda fanático del Kung Fu permaneció cajoneado por muchos años, hasta que lo desempolvó la productora Dreamworks y comenzó a tomar forma.
Pero sólo se encaminó cuando el comediante Jack Black –Amor ciego (Bobby y Peter Farrelly, 2001); Escuela de Rock (Richard Linklater, 2003)- aceptó darle su voz al protagonista, ya que el panda fue rediseñado a imagen y semejanza de su histrionismo y gestualidad.
Así cobró vida Po. Un joven oso panda que trabaja en el restaurante de su padre -un ganso-, mientras fantasea con ser un maestro de Kung Fu. Como los Cinco Furiosos -Tigresa, Mono, Serpiente, Mantis y Grulla-, que habitan en un monasterio cercano.
Pero la amenaza de la vuelta del vengativo leopardo Tai Lung obliga a elegir al Gran Dragón, el héroe que según una antigua profecía salvará al Valle de la Paz de su destrucción. Y para asombro de todos, la elección recae en Po, que deberá poner en movimiento su panzota si quiere estar a la altura del honor y sobre todo salvar el pellejo.
Animalitos por doquier y un despliegue de todos los recursos de la animación 3D. Logrando profundidad, texturas, tridimencionalidad, fluidez de movimientos, colorido asombroso, y poniéndolos al servicio del guión. No demasiado original, pero con muchas referencias al subgénero de artes marciales.
Además de los evidentes avances tecnológicos relacionados con la informática aplicada, lo que dio impulsó a las animaciones en la última década, fue la actualización de los guiones. Dejando atrás la fábula moralizante para contar tramas más complejas, que atrajeron a público de cualquier edad.
Esta historia de Po no es la excepción y además de personajes simpáticos y un mensaje estilo “serás lo que debas ser…”, ofrece una iniciación similar a la de aquel Kwai Chang Caine en la serie Kung Fu de los setenta; un tono de comedia en el estilo de Beverly Hills Ninja (Dennis Dugan, 1997) y un tratamiento de las luchas -la de la huida de la cárcel es muy impactante- como el de El tigre y el dragón (Ang Lee, 2000).
Pero lo mejor pasa por el protagonista. El panda se basta y sobra para provocar risas, a pesar de que la voz de Jack Black localmente se pierde, porque sólo se han estrenado copias dobladas.
En resumen, una hora y media de diversión garantizada.