Finalmente se va a cuidar el patrimonio cinematográfico nacional.

El diccionario de la Real Academia Española da tres acepciones para el término cinemateca: colección de filmes, lugar donde se conservan esos filmes y sala donde se los exhibe.
Uno podría casi asegurar que en un país con tradición cinéfila como la Argentina, nunca han faltado instituciones y emprendimientos dedicados a coleccionar, conservar y exhibir buen cine. Y se probaría con la cantidad de ciclos que se realizan o con el hallazgo reciente de la única copia completa de Metropolis de Fritz Lang, celebrada en todo el mundo.
Pero son hechos y esfuerzos aislados, que no alcanzan a borrar la pérdida de casi la totalidad de los filmes mudos -la leyenda asegura que fueron vendidos como materia prima para peines y peinetas- y la pérdida de casi la mitad de los filmes sonoros, desechados para “hacer lugar” o arruinados por la falta de condiciones adecuadas -temperatura y humedad constante- para su conservación.
A lo que se suma el costo alto de las restauraciones son caras, los archivos están desperdigados en diferentes dependencias públicas y los coleccionistas que medran en esta situación de “río revuelto”.
Quienes ven esto como un gasto superfluo, tendrían que reflexionar sobre la influencia que ha tenido la Cinémathèque Française -creada en 1936 y modelo de la mayor parte de las cinematecas de occidente- en la identidad gala y en la difusión de su cultura e imagen en el exterior.
Además, los fondos vendrán de la propia actividad cinematográfica, ya que se usará un porcentaje del presupuesto del INCAA -proveniente de las ventas de entradas- para sostenerla.
La ley de cine promulgada en 1999 preveía la creación de la cinemateca, pero nunca fue reglamentada hasta el pasado lunes 30 de agosto.
Así que tendremos Cinemateca y Archivo de la Imagen Nacional -en la órbita de la Secretaría de Cultura de la Nación- no sólo para cuidar y poner a disposición de los espectadores toda nuestra producción, sino también lo más destacado internacionalmente.
Por supuesto, habrá que fijar una sede, acondicionar archivos, buscar, restaurar material y será un trabajo ingente para investigadores y restauradores. Pero se ha dado el primer paso para saldar una viejísima deuda con nuestro cine.