Título original: Clash of the Titans
Dirección: Louis Leterrier
Guión: Lawrence Kasdan, Travis Beacham, Phil Hay, Matt Manfredi
Fotografía: Peter Menzies Jr.
Música: Ramin Djawadi
Origen: USA, UK-2010
Calificación: Apta para mayores de 13 años
Intérpretes: Sam Worthington, Mads Mikkelsen, Alexa Davalos, Danny Huston, Gemma Arterton, Pete Postelthwaite, Ralph Fiennes, Liam Neeson

En el cine industrial estadounidense las remakes son muy comunes, pero pocas han superado a sus modelos.
Mientras la primera Clash of the Titans (Desmond Davis, 1981) fue una epopeya atractiva, con un guión que conservaba alguna relación con el mito de Perseo y unos efectos avalados por el talento de Ray Harryhausen, esta segunda es un rejunte de elementos con poca cohesión.
Abandonen los aficionados o conocedores de la mitología griega toda esperanza: la relación con ella se limita al uso de algunos hechos y personajes.
Los guionistas convirtieron a Perseo en un pescador que surca los mares procelosos junto a su familia adoptiva, hasta que la pequeña embarcación se va a pique por el fuego cruzado de una disputa entre los dioses y la impía ciudad de Argos.
Sólo Perseo sobrevive y se enrola en el ejército para vengar la muerte de los suyos y terminar con los maltratos del Olimpo, pero su resolución se complica al enterarse que es hijo del mismísimo Zeus.
En el mito y en el primer film el protagonista luchaba por la gloria y para quedarse con la chica, aquí casi se lo convierte en un Hamlet avant la lettre e inflamado de hybris. Algo que quizás hubiera funcionado con un actor, y no con San Worthington. Él es el chico musculoso del momento, pero su destreza física es inversamente proporcional a su capacidad de expresión.
Ni Liam Neeson con su maravillosa voz tonante; ni el pobre Ralph Fiennes, como un Hades que está a una peluca de distancia de Voldemort; ni las dos chicas lindas del cuento hacen contrapeso a un protagonista tan soso. Sólo el danés Mads Mikkelsen logra convencer y sorprende como Draco, un rol muy alejado del Dogma 95 que lo lanzara internacionalmente.
Todo se reduce a un encadenamiento de escenas de acción, algunos bichos entretenidos -el Kraken pertenece a la mitología escandinava pero a esta altura parece un detalle purista- e intervalos dialogados en donde los más chicos se aburren y los mayores se arrepienten de haber pagado la entrada.
Además está el asunto -no menor- del 3D. El film se rodó en 2D y a la luz de las recaudaciones millonarias de Avatar (James Cameron, 2009), se le hizo un “tratamiento” posterior. El resultado es mediocre, pero alcanzó para publicitarlo como 3D y doblar el precio de la entrada, incluyendo el seguro de los anteojitos.
Por último, Louis Leterrier -director francés mudado a Hollywood luego de sus comienzos con Luc Besson- asegura que habrá secuela/s.
Homero y Hesíodo, se retuercen en el inframundo.