El director argentino Pablo Trapero ha conseguido
algo difícil en cualquier cinematografía: tener repercusión de público rodando dramas
relacionados con problemas sociales.
Género y temática considerados “pianta espectadores”, que él ha privilegiado en
la mayoría de sus trabajos, comenzando con su opera prima Mundo grúa (1999), que mostraba los inconvenientes de un cuarentón
desempleado; El bonaerense (2002),
que seguía los pasos de un novato en la policía de la provincia; Leonera (2008), sobre las cárceles de
mujeres; Carancho (2010), relativa a
la “industria” de juicios en torno a los accidentes de tránsito y finalmente
este Elefante blanco, que se asoma a
la vida en las villas del Gran Buenos Aires -ambiente que conoce y justifica el
nombre a su productora Matanza Cine–
y al trabajo de los sacerdotes en ese contexto de pobreza y violencia.
El título corresponde al gran edificio sin terminar que domina el paisaje de la Villa 31 y también a una
metáfora del destino trunco de los intentos por mejorar la situación sus
habitantes.
Los protagonistas principales son: Julián -contenido Ricardo Darín- , un
sacerdote empeñado en construir un hospital y viviendas en el barrio; su joven
colega Nicolás -el belga Jérémie Renier en un excelente nivel-, que sobrevivió a
la masacre de su misión en el Amazonas y es el recién llegado -su punto se
superpone con el del espectador- y Luciana -Martina Gusmán en un registro muy
similar al de Carancho-, una
asistente social que trabaja en una improvisada oficina. Tres personas desbordados
material y emocionalmente por las crisis y la violencia creciente del lugar.
Un drama filmado con los recursos visuales y el ritmo de un film de acción -al
estilo del Ciudad de dios (Fernando
Meirelles; 2002) sobre todo en la impresionante secuencia del rescate del
cadáver-, que produce la incomodidad que debe producir este tipo de escenario -la
impasibilidad no es opción- tan cercano a la realidad.
Desafortunadamente el guión tiene varios puntos flojos como el prólogo amazónico
-que sabe a “condimento” para la coproducción europea- y demora la entrada en
el conflicto principal: la tensión entre la burocracia político-eclesial y las
necesidades urgentes de la villa; el acento en la subtrama romántica que aporta
poco y atrasa al menos medio siglo y la falta de desarrollo de personajes como
los del Monito -un adolescente adicto al paco que tendrá mucha ingerencia en el
desenlace- o el del padre Lisandro, que interpreta Walter Jakob.
Aunque en conjunto el film aporta a la temática y sobre todo a la carrera de
Trapero.
Dirección: Pablo Trapero
Guión: Santiago Mitre, Alejandro
Fadel, Martín Mauregui, Pablo Trapero
Fotografía: Guillermo Nieto
Música: Michael Nyman
Origen: Argentina, España – 2012
Intérpretes: Ricardo Darín, Jérémie
Renier, Martina Gusmán
Calificación: Sólo apta para mayores
de 16 años.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
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> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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