Carlos Gutiérrez trabaja como operario en una fábrica
de electrodomésticos del Gran Buenos Aires, está separado y tiene una hija
pequeña, pero esa y otras realidades palidecen ante lo que siente como una
misión y un destino: ser heredero de la voz de Elvis Presley.
No imita a
Elvis, no intenta emularlo, él es Elvis y pone la vida en cada presentación en bingos,
fiestas y otros escenarios de mala muerte, hasta que un accidente lo obliga a una
difícil elección, asumir plenamente su rol de padre o perderse en su
personificación del Rey del Rock ‘n’ Roll.
Tal la sencilla línea argumental de la opera prima de Armando Bó -nieto
homónimo del recordado actor y director argentino-, que se asoma al submundo de
los grupos tributo o “impersonators”, mostrando sus aspectos más bizarros -imperdibles
los cruces entre “Elvis” y sus colegas en la escena de la visita a la agencia
que los aglutina-, pero también los más tiernos y dolorosos. Un marco perfecto
para el protagonista, que paradójicamente intenta “ser alguien” renunciando a su
identidad.
Retrato psicológico de un hombre evidentemente perturbado desde su adolescencia,
que Bó ha conseguido gracias a la capacidad de su intérprete principal John
McInerny. Un arquitecto que en sus horas libres lidera un grupo tributo a
Presley y en principio iba a preparar al actor elegido para el rol, pero finalmente
se quedó con el protagónico por méritos evidentes.
Una interpretación casi silenciosa -fuera del escenario-, que no es el único
acierto del film, ya que destacan su ambientación suburbana, la reconstrucción de
Graceland y la notable utilización de planos secuencia.
Por su parte, el guión logra conducir al especador -sin prisa, ni pausa y poniendo
cuidado en los detalles- y al protagonista hacia la misma dolorosa alternativa final.
Cuya última imagen abre una nueva dimensión, que para algunos justificará
cierta inverosimilitud previa y dará pie a jugosas discusiones cinéfilas para
otros.
Un film fuera del común, que logró ser distribuido comercialmente por su buena
repercusión en el Festival Sundance -uno de los más destacados del cine
independiente- y el honor de abrir el BAFICI y augura una carrera exitosa a su
director.
Dirección: Armando Bó
Guión: Nicolás Giacobone, Armando Bó
Música: Sebastian Escofet
Fotografía: Javier Julia
Origen: Argentina – 2012
Intérpretes: John McInerny, Griselda
Siciliani, Margarita López
Calificación: Sólo apta para mayores
de 13 años.
> Directora
Valeria Villagra
> Secretario de redacción
Pablo Bussetti
> Diseño gráfico
Rodrigo Galán
> Redacción
Silvana Angelicchio, Ivana Barrios y Lucía Argemi
> Difusión en redes sociales
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> Colaboradores
Claudio Eberhardt
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