Dirección: Héctor Olivera
Guión: Héctor Olivera, Javier Olivera & Antonio Armonía
Música: Eduardo Gamboa
Fotografía: Félix Monti
Origen: México, Argentina- 2010
Intérpretes: Luis Machín, Ana Celentano, Bruno Bichir, Carla Peterson, Sergio Boris, Juan Palomino
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años, con reservas

Aquel “Ejercicio Plástico” que David Alfaro Siqueiros pintara a principios de la década del 30 en el sótano de la quinta de Natalio Botana en Don Torcuato, fue una curiosa excepción en la carrera del muralista mexicano, que cambió la técnica, los materiales y la temática social por el capricho de un “capitalista”.
Un mural maravilloso y a la larga arrumbado en un container, como mostró la directora argentina Lorena Muñoz en su documental Los próximos pasados (2006).
En su nuevo film, Héctor Olivera realiza una ficción que revela los entretelones de la concreción de esa misma obra.
El veterano director argentino quedó fascinado con las fuertes personalidades de Natalio Botana, de su esposa Salvadora Medina Onrubia, de Siqueiros, y de su pareja, la poeta uruguaya Blanca Luz Brum y quiso plasmar sus cruces.
Como en Ay, Juancito (2004), su film anterior, la ambientación de época es sobresaliente tanto en la escenografía -en particular la reconstrucción en estudio de las oficinas del Diario Crónica-, las locaciones, como en el vestuario.
Y aparte del cuarteto protagónico pueden reconocerse otros integrantes del “tout Buenos Aires” de ese momento, como Pablo Neruda, el presidente Agustín P. Justo, Victoria Ocampo, etc.
Pero paradójicamente la riqueza de situaciones “reales” conspira contra la fluidez del relato, que termina siendo un anecdotario en el que se suceden sin solución de continuidad y a veces sin conexión aparente. Eso ha reducido los diálogos a declamaciones epigramáticas y a los personajes casi a caricaturas.
Como efecto las interpretaciones en su mayoría parecen forzadas. El mexicano Bruno Bichir es un Siqueiros que no para de arengar, Carla Peterson luce incómoda en su papel de musa y vamp, Ana Celentano se las arregla como puede con los delirios de Salvadora, y sólo Luis Machín logra un Botana creíble en sus contradicciones de magnate estilo Hearst, padre ejemplar y seductor. Del Neruda de Sergio Boris, mejor ni hablar.
El mural queda como una postal perfecta de aquellos años, pero no logra involucrar al espectador.