Título original: The Book of Eli
Dirección: Allen y Albert Hughes
Guión: Gary Whitta
Música original: Atticus Ross
Fotografía: Don Burgess
Origen: USA – 2010
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años
Intérpretes: Denzel Washington, Gary Oldman, Mila Kunis, Jennifer Beals, Tom Waits, Michael McDowell

Hace treinta años ocurrió el Big Flash, una explosión nuclear que ha afectado la atmósfera y convertido a la Tierra en un páramo quemado por el sol, que ciega a quien se atreva a mirarlo.
Los pocos humanos que han sobrevivido, han vuelto a ley del más fuerte y matan por algo de agua y comida.
Eli es diferente, porque debe llevar el último ejemplar de un misterioso libro hasta un refugio en el oeste. Después de caminar y sortear peligros durante años está cerca de su objetivo, pero se topa con Carnegie, un hombre despótico que con sus matones regentea una especie de feudo polvoriento y busca el libro para conseguir más poder. Pero ni sus tentadoras ofertas ni sus amenazas hacen que Eli renuncie a su misión, y comienza una cacería mortal.
Otra trama distópica, que se suma a la abultada lista rodada en los últimos años por efectos del milenarismo y de disparatadas profecías, o para aprovechar los efectos especiales que tan bien le sientan.
Sin embargo, los gemelos Allen y Albert Hughes -directores de Desde el infierno (2001)- diluyen bastante el hartazgo por esta repetición al encarar el film como un western apocalíptico.
El enfoque argumental y estético remite un poco a Mad Max (George Miller, 1979) y mucho más a los spaghetti western de Sergio Leone. Esto último es tan palpable, que uno puede imaginarse a aquel Clint Eastwood como un Eli más adecuado que Denzel Washington.
Una interpretación ajustada pero no destacable, como suelen ser las Washington en general, opacada por Gary Oldman en su enésimo y aún así creíble villano. Y la sorpresa agradable de algunos secundarios como el de Tom Waits y Michael McDowell.
Pocas palabras, una muy ajustada cantidad de efectos -la sugestiva primera escena en el bosque donde llueve ceniza es un ejemplo- y bastante acción, que mantienen el ritmo del relato y al público atrapado durante tres cuartas partes del film.
El final arruina el efecto de los aciertos anteriormente enumerados, con una especie de delirio místico innecesario.
A esa altura los espectadores ya habíamos entendido muy bien las entrelíneas sobre la destrucción del planeta, el abuso de poder, el desapego de lo material, la fe, pero se le agregaron túnicas blancas, sermones en off y otros “etcéteras” bienintencionados y tontarrones. Una lástima.