La filmografía del actor y director Buster Keaton será restaurada en su
totalidad.
La
noticia provino de la Cineteca de Bologna –www.cinetecadibologna.it– hace algunas
semanas: “Otro inmenso maestro
de la comicidad muda volverá a vivir gracias al empeño de la Cineteca de
Bologna y su laboratorio “L’Immagine Ritrovata”. Después del largo
trabajo dedicado a Charles Chaplin, ahora Buster Keaton y su obra
cinematográfica completa será el centro de un proyecto de restauración de varios
años que restituirá al público de todo el mundo las andanzas vertiginosas de un
protagonista absoluto de la época de oro del cine mudo.
El Proyecto Keaton, que la cineteca
realiza en colaboración con Cohen Film Collection, vera sus primeros frutos en
Bologna, en la XXIX edición del
festival “Il Cinema Ritrovato” -a
llevarse a cabo desde el 27 de junio al 4 de julio de 2015- cuando sean preestrenadas
las restauraciones de Una semana, cortometraje de 1920 capaz de
sintetizar y sublimar el imaginario “americano” de la casa prefabricada y de Sherlock
Jr, realizado en 1924 e incluido en la lista de los cien mejores
films de siempre de la revista Time.”
Buena nueva para los cinéfilos en particular y los espectadores que disfruten de
una buena dosis de risa en general.
Quienes no hayan tenido el gusto de ver alguno de los trabajos del actor,
guionista y director estadounidense Buster Keaton, deben saber que no necesitan
ir a Bologna o esperar el lanzamientos en DVD de las restauraciones porque
muchos de sus cortos -la mayor parte estricto dominio público- están en YouTube;
que fue una estrella del periodo mudo -o silente- nacido en
Piqua -Kansas- en 1895 como Joseph Frank Keaton y habría recibido el apodo de “Buster”
-temerario- al salir ileso de una aparatosa caída.
Una leyenda que puede acercarse a la verdad, ya que sus padres eran artistas de
variedades y tenían un acto con volteretas violentas al que con naturalidad
incorporaron a su pequeño apenas cumplidos los tres años. Un trabajo de tiempo
completo, que le impidió ir a la escuela.
Eran los primeros años del cine, considerado una diversión de poca monta por
actores y actrices teatrales de trayectoria, que convirtió al vodevil y las variedades
en su fuente de intérpretes y algunos tenían la fortuna de captar la atención
del público.
Eso sucedió con Buster, que tuvo su oportunidad en 1917 cuando el por entonces
exitoso comediante Fatty Arbuckle lo incluyó en su elenco.
Quedó tan fascinado por el nuevo medio, que abandonó las tablas y un par de
años después ya protagonizaba el tipo de cortometrajes humorísticos al uso.
El novato probó que sabía correr, saltar, caer -varias veces puso en riesgo su salud
y su vida -, mantener el rostro impasible que fue su marca registrada y además
probó que tenía ideas y gags originales.
Le tomó poco tiempo aprender el oficio y seis años después de pisar un set de
filmación por primera vez, había superado la estructura rutinaria de los cortos
-una situación central y varios gags relacionados- y logrado tramas más
complejas y atractivas como las del El
herrero (1922) -del que el ensayista e investigador cinematográfico
Fernando Martin Peña encontró una escena perdida en una copia porteña en 1913-
; Las tres edades (1923), comedia
satírica sobre el amor a través de la historia; Siete chances (1925) o la clásica El maquinista de la General (1926).
Esa complejización de las tramas y los gags solía requerir más presupuesto y acotaba
las ganancias, algo que se agravó por el encarecimiento del los rodajes con la implementación
del sonido en 1928.
Debió firmar un contrato con Metro-Goldwyn-Mayer, que le quitó el control
creativo de sus films y aunque consiguió otro par de éxitos, su carrera empezó a
decaer y para la década del 40 se sostenía escribiendo gags -la mayor parte de
las veces sin acreditación en los títulos- y con pequeños roles como actor en
cine y en la incipiente televisión.
La más recordada de esas breves apariciones es en la estupenda El ocaso de una vida (Billy Wilder;
1951), donde Gloria Swanson interpretaba a una diva del mudo que no se resigna
al olvido, junto a otros talentosos “damnificados por el sonido” comenzando por
el talentoso director Josef Von Stenrberg.
Aunque en sus últimos años le hicieron algunos tributos y en 1960 la Academia
de Hollywood le dió un Oscar honorario por su carrera, nunca recobró el status
de estrella.
Su último papel fue como uno de los alocados romanos en la comedia Algo raro pasó camino al Foro (1966)
del director Mel Brooks -gran admirador suyo-, poco después enfermó y murió en
Los Ángeles.
De tanto en tanto sus films más famosos dan pie a retrospectivas, pero no son tan
fáciles de conseguir como los de algunos de sus contemporáneos y eso recuerda su
amarga frase durante el funeral de Stan “el flaco” Laurel: “Chaplin no era gracioso,
yo era gracioso y Stan Laurel era el más gracioso.«
Se puede estar o no de acuerdo, pero verlo impávido después de que la fachada
de su casita le cayera encima; tiznado y tratando de conducir una locomotora durante
la Guerra de Secesión; encerrado junto a un enorme león; perseguido por miles
de novias en plena calle entre otras tantísimas escenas, siempre provoca una de
esas sonrisas que jamás pudo esbozar ante la cámara.
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