Título original: The Happening
Dirección, guión y producción: M. Night Shyamalan
Fotografía: Tak Fujimoto
Música: James Newton Howard
Origen: India, USA – 2008
Calificación: Sólo apta para mayores de 13 años
Intérpretes: Mark Wahlberg, Zooey Deschanel, John Leguizamo, Betty Buckley, Ashlyn Sanchez, Spencer Breslin, Frank Collison, Victoria Clark

Una mañana como cualquier otra en el Central Park de New York. Gente que pasea al perro, lee un libro, corta camino para ir al trabajo, hasta que toda acción se congela por un momento, antes de que cada uno de los paseantes balbucee un par de incoherencias y procesa a suididarse de la manera más expeditiva posible.
Así comienza El fin de los tiempos, obviedad que reemplaza a “El suceso” del título original, la nueva realización del indo-americano M. Night Shyamalan, que siguiendo con su habitual mezcla de suspenso y terror se asoma al vigentísimo tema de la ecología, convirtiendo a la naturaleza en un ente que reacciona de forma virulenta contra la causa de sus males: nuestra especie a veces humana.
Después de la introducción en clave de film Clase B de los 50, se dedica a sus protagonistas: Elliot Moore (Mark Wahlberg), un profesor de secundaria, su esposa (Zooey Deschanel) y un colega amigo (John Leguizamo) con su pequeña hija (Ashlyn Sanchez), que huyen de lo que creen un ataque terrorista, en lo que constituye el mejor chiste negro del film, tomando un tren hacia Boston. A mitad de camino se enteran que toda la costa este de Estados Unidos sufre la misma “peste suicida”, quedando en medio de la nada, librados a su miedo, al posible virus y al furibundo pánico de los demás.
Shyamalan retoma el tono y el ambiente de La aldea (2004) y Señales (2002) y se mantiene a una considerable distancia, desarrollando la trama de manera muy clásica y lineal -las espantosas críticas a su excesivo protagonismo en La dama del agua (2006) pueden haber influido-, y consigue escenas interesantes, que lo hubieran sido más sin ciertos toques de humor con tufillo a fórmula: aquí un par de muertos, allá una puerta que rechina, acullá un chiste.
Visualmente todo es perfecto -bellos campos soleados en los que una suave brisa anuncia la muerte-; las interpretaciones son pasables porque para correr y desorbitarse no se necesita mucho talento; la música de Howard aporta su escalofrío y no hay tiempos muertos, algo vital en el género de terror.
Pero falta eso que hace que el todo sea más que la simple suma de las partes. No termina de cuajar, no pasa de ser Shyamalan filmando un argumento ideal para George A. Romero, sin su grotesco pasional.
Pobre M. Night, parece condenado a no superar su Sexto Sentido (1999).