Título original: Le Hérisson
Guión y dirección: Mona Achache
Música original: Gabriel Yared
Fotografía: Patrick Blossier
Origen: Francia, Italia – 2009
Calificación: Intérpretes: Josiane Balasko, Garance Le Guillermic, Togo Igawa, Ariane Ascaride

En el mismo edificio art nuveau de la elegante calle Eugéne Emanuel de París viven Paloma Josse, una nenita de 11 años tan inteligente como cínica; Renée Michel, la cincuentona y solitaria portera; y el señor Kakuro Ozu, un acaudalado empresario japonés recién mudado. Tres personas muy dispares en superficie, pero cuya sensibilidad los unirá de manera inesperada y reveladora.
Para su largometraje debut la joven directora Mona Achache versiona el best seller La elegancia del erizo de la escritora Muriel Barbery, una novelita bastante pretenciosa que intercala el diario y las reflexiones íntimas de las dos protagonistas femeninas. Salpicados ambos de frases epigramáticas, referencias filosóficas, sicológicas, literarias, pictóricas, musicales y cinematográficas que dan un toque intelectual a la pequeña trama melodramática.
Acertadamente, la directora, que también firma el guión, transformó el diario -los textos con estructura epistolar o de diario son casi “infilmables”- en un video en el que Paloma refleja ese ambiente familiar que aborrece. Y las reflexiones de la portera las repartió entre los diálogos y la reconocida capacidad expresiva de la actriz y directora Josiane Balasko.
Los otros dos protagónicos le pertenecen al actor japonés Togo Igawa, que no habla francés y debió aprender sus líneas “par coeur”, y la niña Garance Le Guillermic, que hace creíble la aspereza de su personaje, pero derrapa en los pocos y determinantes momentos emocionales.
Visualmente perfecto, El encanto del erizo nos ofrece un vistazo a la vida de la alta burguesía parisina en la que el caserón señorial -un adjetivo anticuado que describe perfectamente los mármoles brillantes, los bronces, los pasillos oscuros- sirve de escenario a las rutinas y prejuicios de sus residentes.
También destaca la música original de Gabriel Yared, que aporta el encanto parisino que los productores y directores buscan para este tipo de film de exportación.
Y un aparte para el final, que en la novela era enojoso a pesar de estar relativamente justificado por una especie de sustitución aleccionadora o “karmática”, pero que puesto en imágenes es un golpe bajo sin vueltas.
Dommage. Un notable esfuerzo técnico e interpretativo, diluido en unas pocas sonrisas y lágrimas.