En un par de momentos claves de este nuevo opus de Pablo trapero suena “Encuentro
con el diablo” -uno de los temas más recordados del álbum Bicicleta (1980) de Seru Giran- y de hecho está centrado en el diabólico
Arquímedes Puccio interpretado por Guillermo Francella.
Un diablo al estilo de Alighieri, por frio a fuerza de control total sobre sí
mismo y los suyos, que entre 1982 y 1985 secuestró -con la participación tácita
o activa de su familia- a varios conocidos acaudalados y los mantuvo prisioneros
en su aparentemente inocua casa de San Isidro sin dejar de barrer la vereda en
piyama todas las mañanas como un vecino cualquiera.
Trama casi inverosímil si no fuera uno de los casos policiales más sonados del
país y un bocado apetecible para cualquier director de cine y especialmente
para Trapero, cuyos largometrajes suelen tener trasfondo social; aunque
presentaba el desafío de dar información los espectadores que no saben nada del
asunto sin aburrir a los que lo tienen presente.
El director eligió ir directamente al grano sin explicar casi nada -salvo
fechas esenciales e imágenes de archivo que no lo son tanto- y comenzó por el
desenlace, con la policía irrumpiendo en la casa de los Puccio para rescatar a
su última víctima a punta de pistola y de allí fue a un largo flashback al
primero de los secuestros de lo que la prensa bautizó como El Clan.
Los aspectos técnicos son impecables, el montaje paralelo vuelve a usarse como
recurso narrativo, la música original y los temas de la época crean climas y tienen
verdadero peso en el relato y el protagónico exclusivo de Francella cumple con
su cometido: acercar su público mayormente televisivo a las salas -los 670.000
espectadores del fin de semana largo del estreno lo prueban- y asombrar con su parecido
con el original.
Destacando en escenas de manipulación extrema como la discusión con su hijo
Alejandro -un aceptable Peter Lanzani- en la celda o el breve plano secuencia
que va de la cocina y cruza la casa hasta la celda improvisada en el baño del
piso superior pintando en un solo trazo la negación patológica en que vivía esa
familia.
Y a pesar de tanto dicho y escrito sobre estos sucesos, Trapero muestra su
oficio terminando con un clímax de horror esta algo fría -¿una especie de
“efecto Arquímedes”?-, pero lograda metáfora del autoritarismo.

Dirección y
guión: Pablo Trapero
Fotografía: Julián Apezteguía
Música: Sebastián Escofet
Origen: Argentina, España – 2015
Calificación: Sólo apta para mayores de 16 años
Intérpretes: Guillermo Francella, Peter Lanzani, Lili Popovich