El miércoles 26 de marzo el
escritor y semiólogo italiano Umberto Eco dio una breve video-conferencia.

No importa si se prefieren sus ensayos o sus novelas, asistir a una conferencia
de Umberto Eco es una oferta tentadora aunque sea a mediodía y vía webcam.
El evento no tuvo demasiada publicidad, fue organizado conjuntamente por el
Instituto de Estudios Socio-históricos de la Facultad de Ciencias Humanas y la
Federación de Entidades Italianas de La Pampa con el apoyo de varias
instituciones y empresas privadas.
 El octogenario escritor leía su
exposición en italiano desde Milán, era  traducido en el Aula Magna de la Universidad
Nacional de La Pampa (UNLPAM)
-no simultáneamente como se había prometido, sino tras cada punto y aparte del
texto- y la señal se retransmitía a la delegación de la UNLPAM en General Pico, la Universidad del Comahue en
Neuquén, y a la del Sur en Bahía Blanca.
El tema elegido fue: “Perché
l’università oggi?” o “La universidad hoy”, algo que lo preocupa como académico
de larga data.
Después de un lacónico
“Buona será” -los preparativos o las presentaciones ditirámbicas parecían
haberlo cansado-, comenzó señalando que los medios masivos de comunicación
consideran a la universidad -la europea en particular- como irrelevante a pesar
de tener una rica herencia, desde que en 1088 se creara la primera en Bolonia.
Puntualizó que las universidades forjaron la cultura europea -y de países como
Argentina que abrevaron en ella- gracias a su búsqueda de conocimiento y posibilitaron
intercambios pacíficos aún en tiempos convulsos.
Un lugar que albergó y alberga mentes críticas y ofrece el silencio que
requiere la investigación y conserva la memoria histórica, esencial para forjar
la identidad.
Pero en estos tiempos en que la información es tan abundante como inabarcable, la
universidad tiene el deber de filtrarla para que no ocurra lo que al Funes,
el memorioso de Borges.
Un filtraje que debería hacerse sobre todo en Internet, donde una búsqueda da tantos
resultados como para comprometer el discernimiento de quien carece de suficiente
formación. Algo que está en las universidades y podría evitar que la Web se
convierta en una Babel.
Y terminó diciendo, que en un mundo cada vez más virtual, la universidad sería
un lugar de encuentro cara a cara para jóvenes y estudiosos de la identidad
humana real.
Aplausos, saludos formales y algunas preguntas que perdieron bastante al ser
traducidas y después, la sensación de Eco casi planteó una vuelta al criterio
de autoridad en el tratamiento de los contenidos de la Red desde la Red.
Algo decepcionante, quizás por efecto de la “virtualidad” del encuentro.